Stella Rose
Hundo mis manos en mi cabello seguido de mi rostro en mis rodillas.
"— ¿No me digas que te cansaste puta? ¡Tienes toda la noche a tu disposición asi que vamos!"
Gimoteo en silencio retirando las lágrimas de mis mejillas con enojo.
"— Tu piel tiene el vivo recuerdo de lo que eres, y eso nunca vas a cambiarlo puta"
Cierro los ojos respirando agitada tomando un puñado de mi cabello mientras trato de disminuir las lágrimas porque no me gustan. La maldita presión en mi pecho no desaparece logrando que mi cuerpo entero ahora me domine y que mi mente se haga a un lado. Estoy decepcionada de lo que sucedió, me duele saber que Dimitrio me considere una de puta más cuando yo creía que sería otra cosa. Siempre dicen que es difícil arrancarse las decepciones del pecho y yo estoy viviendo la primera con unos nervios presentes. No sé que sucede conmigo y tampoco que sucede con él.
¡Vamos Stella, tu no eres de llorarle a imbéciles!
Pues, esta vez es diferente porque no puedo contener las lágrimas cargadas de enojo y decepción absoluta. Me hizo a un lado y luego de eso oculta quien soy en realidad, me hastia saber que es un cobarde que no sabe lo que en realidad quiere mientras yo estoy aquí tratando de sentirme bien cuando en realidad eso no va a suceder. Doce de la noche y estoy sentada en la cama sintiendo como el ardor de mis ojos hace acto de presencia, aguantar las lágrimas aunque no me gusta hacerlo es impredecible por el hecho de que no quiero verme débil si llega a entrar ese cobarde.
Y para mi mala suerte lo hace, el pestillo de la puerta resuena en la habitación haciendo que me levante de la cama con rapidez con el corazón desbocado viendo la puerta abrirse y a Dimitrio en el umbral severo observándome. Trago saliva porque esto me pone nerviosa, cierra la puerta de nuevo pasando su mano por su cabello en silencio caminando hacia mí sin dejar de verme fijamente a los ojos.
— Soy un hombre que impone y demanda a su gusto cada una de las cosas que quiere, y si no sucede por las buenas será por las malas — la luz de la lámpara deja ver una mancha roja en la manga de su camisa.
— No quiero hablar contigo — espeté agitada cuando se acercó a mí despacio con una mirada penetrante que es capaz de dejarme sin aliento y muy abrumada.
— Esta bien, si no quieres hablar no lo hagas. Déjame continuar porque yo si quiero hablar — Trague saliva con mis ojos fijos en los suyos y el corazón amenazándome con salirme del pecho.
Es extraño que me sienta de esta forma cada vez que lo observo o lo tengo cerca pero se me es inevitable mantenerme indiferente cuando he compartido mi cuerpo con este hombre muchas veces. Doy un paso retrocediendo cuando intenta tocarme, sus palabras no paran de resonar en mi mente y eso cada vez me duele aun más, incluso me sorprende que mi semblante este frío mientras por dentro quiero desplomarme a llorar en silencio.
— Me gusta que las cosas se hagan a mi manera, que todos me respeten y me tengan miedo. Medito las actitudes cobardes y las uso a mi beneficio para sacar provecho a mis planes — mete las manos en su bolsillo con los ojos fijos en mí — Soy un controlador y lo admito, no sabes lo bien que me hace sentir tener a las personas en mis manos y poder jugar con ellas logrando que mi más oscuras fantasías se satisfagan —
Mis labios tiemblan porque de ante mano sé que no va a disculparse, él no es de gastar palabras en cosas absurdas y me molesta que sea de esa forma. Que me hable de él como si fuera algo normal cuando no es así, cuando en realidad es alguien que esconde su realidad. Trago saliva viendolo ñadear su cabeza fijando su mirada en mis labios.
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Entre Llamas Internas ✔1
RomansaMiradas lascivas lograban encender cada parte de mi cuerpo. Era prohibido, ilícito e limitado para mis deseos. Aún así, me excitaba. Yo era cenizas... Y en el momento en que tomó mi cuerpo, comencé a arder con codicia. Porque una vez que pruebas l...