Dimitrio Sarris
Paso mi lengua por mis labios viendo a Stella. Sus ojos son una conexión inefable entre deseo y odio que hace que me duela el pene de solo verla esposada a la bañera, desnuda y con hebras de su cabello ahderidas a su piel por la humedad. Cojo la botella de Campari refrigerada y sirvo una copa para luega llevarla a mis labios sintiendo el sabor mezclado con el frío del líquido quemar mi garganta.
— ¿Quieres un trago? Te noto tensa — gira su rostro ignorándome y llevo la copa a mis labios mientras me acercó a ella y cojo sus mejillas inmovilizándola. Abro su boca y le doy de beber de mis labios notando como se remueve en la bañera.
— Odio que hagas este tipo de cosas — murmuró y yo sonreí deslizando mi mano por la curva de su espalda húmeda.
— Te equivocas, amas que te tome a la fuerza — ella niega rodando sus ojos y son6rio victorioso porque sabe que lo digo es cierto.
Es de madrugada y que mejor que tener a la mujer que me atormenta desnuda en la bañera, esposa y disponible para mi. Paso mis dedos por mi barba tratando de calmarme, me encanta verla deseosa esperando que me hunda en ella y que la tome con fuerza para hacerla explotar, nunca me gustaron los estereotipos sobre el sexo en los días de la menstruación, yo follo cuando me apetece y estos momentos me apetece con la vista que me ofrece.
— ¿Qué esperar para terminar con esto? —coloque mi dedo índice sobre sus labios fijándome en sus ojos claros observarme en silencio.
— La verdad, solo quiero dejar marcada la vista en mi mente por siempre — beso su mejilla cuando se gira lentamente aún con las mano atadas a la manilla del baño.
— ¿Tiene muy buena vista? — inquiere abriendose de piernas mientras me deja ver sus firmes senos a mi disposición.
— Excelente vista — rozo mis dedos con su piel haciendo que se erizara — ¿Cómo hago para que dejes de estar molesta conmigo? — se encoge de hombros observando el cielo raso del compartimento del baño.
— Deja de verme como a un enemigo, admite lo que quieres y fíjate en tratarme como se debe — susurra cuando introduzco mi pulgar en su boca dejando que lo succione despacio — Si estas dispuesto a eso me tendras a tus pies, y disponibilidad las veces que quieras, Dimitrio — relamo mis labios ante su respuesta mientras dejo la copa en la mesa pequeña al lado de la bañera.
— Lo haré si tanto lo pides, pero a mi manera — Ella sonrio con victoria.
No me molesta hacerle saber lo que quiere. Al contrario me trae las mejores garantias, su cuerpo, su piel y sus capacidades, retiro el cabello de mi frente y entro en la bañera viendo su malévola sonrisa incitarme. Se abre de piernas mirándome coqueta mientras sonríe satisfecha, no sé que mierda me esta sucediendo pero maldición ¿Cómo decirle que no despues del mal rato que le hice pasar? En estos momentos no me importa dejar a un lado mi arrogancia para satisfacerla. Esta maldita mujer es cada día más sorprendente, esta allí como si hace unos horas no hubiese sucedido nada, como si no me golpeó y me hubiera hecho torcerle el cuello al imbécil que la vio.
Me acerco a ella y tomo su cuello dejando que sus piernas envuelva mi cintura, acaricio su clítoris mordiendo sus labios mientras presiono mi pene a su sexo escuchándola gemir, no soporto ver esa cara llena de deseo y sus dientes jugar con sus labios incitandome a caer en ella de nuevo. Soy un maldito sádico pero me importa lo que la gente piense al respecto. Acaricio con la palma de mi mano su cuello para seguido clavar los dedos, suspiro tomando mi erección mientras una sonrisa se dibuja en sus labios, un sonrisa pícara y llena de una perversión increíble. Su respiración se corta cuando aprieto aún más y separa sus labios sin dejar de vemer, me descontrola saber que esta mujer me pertenece para toda la vida, que encontré a ese complemento sexual que durante mucho tiempo estaba buscando. Suelto el agarre y presiono con fuerza dejando que ese sexo se acople a mi pene y lo apriete, me permito sentir la sensación mientras cierro mis ojos y dejo que mueva sus caderas mientras la observo forcejar con las esposas y el grifo de la bañera.
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Entre Llamas Internas ✔1
Roman d'amourMiradas lascivas lograban encender cada parte de mi cuerpo. Era prohibido, ilícito e limitado para mis deseos. Aún así, me excitaba. Yo era cenizas... Y en el momento en que tomó mi cuerpo, comencé a arder con codicia. Porque una vez que pruebas l...