Stella Rose.
Lo miré en silencio, sus ojos fríos y llenos de enojo me observaban, sus manos estaban en un puño haciendo que sus nudillos se volvieran blancos. Miedo, eso es lo que tengo yo al ver lo que estaba apunto de suceder.
— Deja de querer meterte en asustos que no te incumben pequeña zorra — advirtió acercándose a mí mientras yo retrocedía atemorizada.
Nunca debía haber hecho, espiar en sus cosas sabiendo todo lo que esconde, todos los problemas que lo envuelven y el dinero asqueroso que lleva. Todos sus trampas y traiciones y la forma en que puede hacer que todos y cada de las personas le tengan miedo incluida yo.
— ¡Eres un ladrón, un estafador, eres un cobarde que no asume que lo van matar por meterse con la gente equivocada! — grite sintiendo una abofetada fuerte, ¡Lo odio, lo odio tanto! Lagrimas y sollozos salían de mi boca mientras su furia había detonado conmigo.
— ¡Callate mocosa! — gritó mientras me hacía un ovillo en el suelo — ¡Agradece que no te he ofrecido como una ofrenda de paz niña! — me gritó mientras la puerta de abria de golpe.
— ¡Maldito hijo de puta! ¿¡Como puedes hacerle esto a tu propia sangre!?
Di un respingo sintiendo una mano sobre mi hombro, Dimitrio me observaba confuso en el umbral de la puerta del baño de avión.
— ¿Qué pasa muñeca? Llevo cinco minutos llamandote — inquirió cruzandose de brazos mientras recostaba mi cadera del lavado.
— Nada, solo estaba viendo las marcas — afirmé tomando de nuevo la camisa pero su cercanía me lo impidió.
— No te la coloques — se colocó enfrente de mí deslizando su mano por mi cintura — quiero verte... — deslizó su dedo por mi clavícula — desnuda Stella, déjame admirar lo que quiero comerme —
Mis labios se entreabrieron mientras su mano desabrochaba el brasier con facilidad dejando mis senos descubiertos, sus manos envolvieron mis senos acariciándolos mientras mis pezones se volvían erectos. Despacio acarició mi cintura con cuidado de no lastimar mis costillas llegando al borde de mi pantalón.
— Te he dicho que los vestidos son más cómodos Stella — murmuró sobre mis labios rozándolos mientras la excitación cada vez se volvía mas latente.
Por un momento me olvidé de mis pensamientos y me enfoque en la mirada lasciva que me brinda Dimitrio, su barba me rozaba la mejilla causándome cosquillas mientras mis manos se mantienen firme al lavado. Se agachó retirando mis zapatos y mis medias para luego tomar el borde de mi pantalón y bajarlo con cuidado, relamí mis labios sintiendo el corazón retumbar en mi pecho. ¿Alguna vez dejará de agitarme tanto? Aún de cuclillas deslizó mis bragas de encaje por mis piernas dejando mi cuerpo expuesto para él. Jadee agitada cuando su boca fue a la cara interior de mis piernas deslizando su lengua. Cerré mis ojos dejándome llevar por la sensación de su boca rozar con los labios de mi sexo. ¡Esto es divino! Olfateo y besó mi sexo mientras apretaba mis caderas hundiendo su rostro aún mas en mi húmedo sexo.
— Dimitrio — tome su cabello sin importar desordenar su perfecto peinado, alce su rostro y negué cuando intentó meter su lengua por mi clítoris.
— Ven muñeca, te dare lo que tanto quieres — se levantó sentándose en el retrete, bajando su pantalón mientras liberaba la gran erección, me extendió su mano y la acepté caminando hasta quedar frente a él.
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Entre Llamas Internas ✔1
RomanceMiradas lascivas lograban encender cada parte de mi cuerpo. Era prohibido, ilícito e limitado para mis deseos. Aún así, me excitaba. Yo era cenizas... Y en el momento en que tomó mi cuerpo, comencé a arder con codicia. Porque una vez que pruebas l...