Capítulo 1

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En nuevas tierras

-México-

El juicio fue justo.
Bueno, "justo" hasta cierto punto.
Tardo dos horas entre que todos decidían que hacer conmigo o que condena ponerme.
Entre que Colombia y España peleaban por mi por que no podía hablar y ONU ignorándolos, las horas pasaron como dos tortugas subiendo un cerro lleno de espinos, lento y doloroso.
Mi veredicto fue culpable por asesinato, terrorismo, ataque con arma de fuego y arma blanca.
No esperaba menos sinceramente, si me la volé con mi pequeño ataque de ira. Me sentía un poco mal por lastimar a tantos, pero fue satisfactorio desquitarme después de tantos años de quedarme callado.

¿Mi castigo?
Exilio a Islandia.
Suena bien, digo son como unas pequeñas vacaciones para meditar así que, será divertido.
Supongo.
Espero.

Salí del edifico hacia el aeropuerto privado de ONU, donde se supone que Islandia me esperaba.

- ¡México! - Colombia me llamo corriendo en tacones de un metro, casi resbalándose - ¡Espera!.

- ¿Que pasa? - me detuve esperándola.

Me abrazo fuertemente, hundiendo su cabeza en mi pecho

- No hagas nada estupido por favor - me contestó - Por favor, quiero que regreses a casa sano y salvo.

- Estaré bien - sonreí para tranquilizarla - Son solo vacaciones.

Ella asintió, dejándome ir poco a poco para poderme ir al avión.

Una niña rubia muy alta estaba a lado de las escaleras, no pude reconocerla por unos segundos, hasta que hablo

- ¿Listo para irnos?.

Pare en seco, mirándola de pies a cabeza

- ¿Islandia?.

Ella asintió sonriendo emocionada.
Había crecido... DEMASIADO. El cabello que antes tenía en trenzas estaba suelto y ondulado en sus hombros, su cara se afinó, su cuerpo era más delgado y sus cachetes más rojizos. Seguía teniendo esa misma mirada preciosa que recordaba pero en el cuerpo de una adolescente.

- ¿Adelantaste tu proceso de crecimiento? - nos sentamos en el avión, viéndonos de frente - ¿Por que hiciste eso?.

- Bueno - exhaló cruzándose de piernas - No podía ayudarte si no era un poco más mayor, así que me
hice crecer hasta los dieciséis.

Las personas como nosotros podemos hacer que nos veamos más jóvenes o más viejos, cuando queramos. Podíamos cambiar nuestra apariencia física a nuestro gusto, en estatura y rasgos faciales, pero no en masa muscular o mental.

- No debiste de hacerlo - me quite la venda del cuello por que me estorbaba .

- Pero lo hice - me tocó con sus finas manos la cicatriz de bala - No le vi otra opción, me necesitabas.

Quise decirle lo contrario pero me interrumpió

- No solo tu me necesitas, mi pueblo igual, ya era hora de crecer - me tomo de la mano - Tu eres parte de el.

- Solo... sólo deja de crecer - sonreí nervioso - Me siento viejo.

- Eres un anciano - su voz sonó picaresca, como la de su hermana mayor.

Si nos volvemos a encontrar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora