Capítulo 36

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-URSS-

Me serví una taza de café en la madrugada.
Mi departamento estaba frío y oscuro, todavía los rayos del sol no pasaban por la ventana.
Todo era muy sombrío, pero para mi se sentía como casa.

Una casa rota y sin vida.

Después de un tiempo de pensar, creo que lo mejor sería irme a una isla o a otro territorio para empezar de cero todo.
Quizás podría irme a Egipto, aunque el calor me mataría.
Alaska sería mi mejor opción, frío y alejado de todos, excepto de la gente que debería de tener bajo mis manos.

Sentí la presencia de alguien detrás mío, ya el ambiente se sentía un poco más pesado y su respiración no era tan silenciosa.

- Es de mala educación entrar a casa ajenas - me giré viendo dos brillantes ojos verdes - A menos que seas tu Azteca, siempre serás bienvenida.

- Te confundiste de persona - México salió de la oscuridad.

- Tampoco me quejo - sonreí tímidamente - Me da gusto que estes bien.

A lado de él estaba mi hijo, Rusia, que salió unos pocos segundos después.

- Vaya ya veo una reunión familiar aquí.

México se acercó a mi, abrazándome. Me tomo por sorpresa completamente, le di palmadas en la espalda aunque por dentro quería levantarlo y aplastarlo en mis brazos. Mi hijo no estaba del todo contento, parecía como si se hubieran puesto de acuerdo para hacer esto y a él no le quedaba de otra que cerrar la boca.

- Que bueno es tenerte de vuelta - México susurro.

Mi corazón se rompió en pedazos, pero no podía llorar.
Era lo único que quería escuchar de él cuando lo vi en la nieve, pero no en esas circunstancias en las que estaba loco.

- Nos debes una explicación - Rusia hablo - A todos.

México se apartó, yendo a la puerta y abriéndola.

Georgia, Kazajistán, Ucrania y Bielorrusia se asomaron, Geo y Biel se veían temerosas, mientras que Kazajistán y Ucrania tomaron una postura defensiva.

- Chicos - no sabía cómo sentirme.

- Los traje aquí, para que nos expliques que te pasó - Rusia apuntó a todos - Queremos cerrar ese ciclo.

- Claro - asentí - Por favor siéntense.

Tome varias tazas, colocándolas en la mesa para servirles té, era lo único que se me ocurría para bajarles el estrés de verme a la cara. Yo se como se sentían, no tenían por qué decírmelo.

Kazajistán fue la primera en tomar la taza. Biel se quedó cerca de Rusia y Ucrania de Méx.

- Bueno, ¿donde empiezo? - exhale mirándolos a todos.

Todo empezó un frío invierno hace mucho tiempo.

La guerra fría ocasionó todo, como Icarus, subí tanto que la caída fue fatal.
Mande a crear muchísimas armas militares, sin saber que no podía cubrir con todos los gastos de la elaboración. Mi deuda se elevó demasiado, no tenía de donde pagar, intente vender mi armamento pero nadie estaba interesado.
Así que tome la opción de irme al servicio militar; mi error fue confiar en los humanos.

El entrenamiento fue duro, me ponían horas bajo el sol, me bañaban en hielos hasta ponerme azul, no podía dormir hasta que hiciera catorce horas de ejercicio y eso solo fue la punta del iceberg.
Me amputaron dedos cuando no lograba terminar una tarea, no podía gruñir o quejarme por que me cortaban la lengua, me raparon, me sacaron un ojo cuando no me parecía algo, me electrocutaban constantemente para mantenerme alerta y más cosas que no recuerdo.

Si nos volvemos a encontrar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora