Capítulo 37

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-Imperio Azteca-

Me escondí en los manglares, observando a mi siguiente presa.

Un grupo de hombres con grandes maquinarias destruyendo árboles, excavando el subsuelo y atrapando animales.
Como se atrevían a destruir mi territorio, encarcelando a mis jaguares en el proceso.

Me subí a los árboles, tomando mi arco y flecha para darle a uno de los hombres en las excavadoras.
Le di en la cabeza, cayendo de lado; baje en un tronco caído, disparando a los que tuviera más cerca en el pecho.
Los demás huyeron sin preocuparse por sus compañeros, me acerqué al menos herido, tomándolo de la camiseta y levantándolo

- Dile a tu líder, que se largue de estas tierras o personalmente me haré cargo de tener una confrontación cara a cara - lo tire al suelo - Y no tendré piedad.

Todos abandonaron la zona corriendo, se veía satisfactorio verlos huir aterrorizados.

Me acerqué a las jaulas, abriéndolas para sacar a los animales que huyeron de regreso a los manglares.

- Bienvenida a la vida Imperio Azteca - una voz me hablo detrás mío.

Me giré viendo a una mujer anciana, con una túnica blanca que le llegaban a los pies y larga cabellera negra hasta los tobillos.

- ¿Te conozco? - hable más grave para que sepa que yo mando.

- Claro que si, quizás la vejez no me favoreció - se estiró la cara.

Me quede viendo sus facciones por unos momentos, hasta que me quedó claro quien era

- Maya.

- Muy bien - me aplaudió poniendo su bastón en su brazo.

- ¿Que te pasó? - me hinqué enfrente de ella.

- El tiempo, pasó volando - me dio un golpe en la cabeza con su bastón - A ti no te afectó tanto.

Me sobe la cabeza sonriendo, pero la sonrisa de maya no duró mucho

- Ahuyentaste a esos trabajadores - me habló en un tono más serio.

- Por supuesto que si - le hable como si fuera una niña pequeña que no entendí la gravedad del asunto - Mira como dejaron el lugar.

- Si, yo lo permití - me hablo pegándome otra vez con su bastón.

- ¿Como? - me levante - Maya perdiste la cabeza.

- Tu la perdiste antes que yo - me levantó la barbilla digna.

- Estás son mis tierras Maya no podía dejar que le hicieran esto - apunte al desastre a nuestro alrededor.

- No, Imperio Azteca, estas equivocada - dio un golpe en el suelo con el bastón - Estás dejaron de ser tus tierras hace mucho tiempo, ahora son mías, y yo estoy permitiendo que hagan esto para sacar recursos naturales y que los puedan vender.

- No entiendo - la mire sin creer sus palabras.

- Para resumírtelo, tu ya no puedes estar aquí.

- No me vas a expulsar de mi territorio Maya - saque mi daga de jade.

La miro sin interés para luego verme a los ojos desafiante

- Hace mucho tiempo, me hubiera dado pavor el hecho de batallar contigo, pero ahora me da pena - Se giró dándome la espalda.

- ¿Como puedes hacer esto? - me acerqué.

- No me queda otra opción - apuntó a los árboles.

Si nos volvemos a encontrar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora