Capítulo 2

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-Suecia-

Caí al suelo, dándome un golpe en el estómago tan fuerte que se me salió el aire. Tosí girándome boca arriba para ver a Alemania observándome

- Cuando peleas tienes que levantar los talones para que sea más fácil moverse - tomo mi mano levantándome de un jalón.

Ya había pasado una semana después del incidente y el exilio de México. Y como dijo Méx, Alemania tomó el cargo de enseñarme a pelear,
aunque soy terrible haciéndolo.
El propuso la iniciativa de enseñarme en su territorio para no tener complicaciones.
Tomamos clases en su estudio rentado, o como me gusta llamarle el "mini gym", con suelo de colchones, algunas máquinas y una banca. 

Caí de nuevo después de un empujón de hombro que me dio.

- Concentra tu fuerza en los hombros cuando se acerquen a ti si no tienes a donde ir o vete si su masa muscular es superior a la tuya - me levantó de los hombros - o si no te van a tumbar.

- ¿Ale podemos descansar porfa? - me senté de nuevo aunque ya me habían levantado.

- ¿Descansar de que? - sonrió - ¿De tantos golpes contra el suelo?, okay, descansa diez minutos y luego regresamos.

Alemania es un excelente maestro, es muy paciente conmigo aunque repito el mismo error mil veces. Su dedicación y emoción cuando logró algún movimiento se refleja en sus ojos. Hasta me daba más ganas de hacerlo bien para verlo feliz.

Fue a la banca, quitándose la camiseta sudada y tomando agua.

Debo admitir, que Alemania tiene un cuerpo... no quiero sonar vulgar pero delicioso.
No podía dejar de verlo, sus músculos bien formados, las entradas en su abdomen, el vello que no es mucho pero lo suficiente para verse masculino. Y sus piernas, santo Dios sus piernas.
Me sentía tan rara pero al mismo tiempo me gustaba.

- Cuidado con las miradas - Alemania me advirtió - No te vayas a perder por que será difícil encontrarte.

UY, me atraparon.
Me levante rápidamente sintiéndome roja de la pena. Soy la menos discreta de mi familia, he pasado muchas vergüenzas por eso.

- Me imagino que son las hormonas - comentó burlón - A tu edad yo era así.

- Estaba viendo la pared - quizás con eso no me molestaría más.

- Claro - contestó con sarcasmo.

- Oye y si mejor vamos poco a poco - quise cambiar de tema - Esto de caer al suelo está haciendo que se me rompa la columna.

- Así lo estoy haciendo, esto no es nada comparado con lo que de verdad puedo hacer.

- ¿Es enserio? - gruñí cansada - Entonces me vas a matar la próxima clase.

- Las personas con las que pelees no te tendrán paciencia - se cruzó de brazos, obviamente me abobé con sus brazotes musculosos - Te van a intentar tumbar o hasta matar, no puedo ir suave contigo, tienes que aprender rápido.

- Pero estamos practicando, dale poco a poco - hice mis ojitos que convencen a cualquiera.

- Se me olvida que eres una niña débil - se inclino para estar cara a cara conmigo - No puedes hacerlo.

- ¿Disculpa? - me sentía ofendida con el comentario.

- ¿Para que pierdo mi tiempo? - sonrió picarón - No tienes agallas, podría enseñarle a tu hermanita y lo haría mejor que tú.

Si nos volvemos a encontrar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora