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-Tienes que estar bromeando… ¿Lo haces, verdad? - 

-Increíble… Tu no sueles ser así Sebastián. -

-Te lo dije, tengo miedo de lo que esta cosa sea capaz de hacer si me dejo llevar… No se que vaya a pasar. Así que solo quiero mantener la calma y pensar en que fue un error y mi madre no está arrestada. - 

-Entonces vamos a comprobarlo. - camina hasta el fondo del pasillo donde un par de guardias custodian la puerta. -Pasaré caballeros. - 

-Majestad, hay gente arrestada allí adentro. - habla uno de los guardias deteniendo al menor. 

-¿A quien tiene allá adentro? - pregunta serio el príncipe. 

-Es clasificado, no puedo dar informes. - 

-¿Qué no sabes quién soy? - 

-Majestad es que… 

-Estoy harto. - agita la espada haciendo que a esta la bañe una especie de bruma negra al tiempo que solo su ojo derecho cambia a un tono rosado. -Muevanse de la puerta. - ordena a lo que los guardias muertos de miedo corren por el pasillo. 

-Ciel, alto. - jala al menor. -No eres tú. Esto no es tu responsabilidad. - quita la espada de las manos del menor. -Esto es solo mi problema. -

-Estamos en esto juntos. - responde una vez que sus ojos vuelven a la normalidad. 

-Estoy en esto, yo me metí en esto y yo me haré cargo de esto. - la espada nuevamente se cubre de bruma negra, solo que esta empieza a cubrir también el cuerpo del militar que mantiene su seria expresión. 

-Prometiste algo. - 

-El me prometió que no te haría daño y quiere tomar control de ti. No voy a permitir que te haga daño, aún cuando eso signifique que rompa mi promesa y me odies, Ciel. - 

-No me ha hecho daño. - 

-¿Qué hay de anoche? - 

-Eso no fue nada que tu no hayas hecho antes, pero ese no es el punto. Hablamos… El no me hará nada, tampoco a ti. - 

-¿Por qué piensas que va a cumplir? - 

¿Por qué? 

Él mismo quería saberlo… ¿Por qué aún tenía fe? 

El rondador no había cumplido del todo su parte, le quito a Sebastián en un momento solo de ellos 2. ¿Por qué él debería seguir apoyando sus intereses si esa cosa no era capaz de respetar su matrimonio?

-Pienso que va a cumplir porque soy idiota. Pero eso no importa. - abre la habitación y se encuentra con la señora Michaelis y el señor Agni parados frente a ellos. 

-Majestad, que gusto que hayan vuelto. - se acerca Agni a verlos. 

-¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué los arrestaron? - pregunta confundido El príncipe. 

-En realidad sólo fue a mi. La señora trató de impedirlo y también terminó aquí. -

-¿Bajo qué órdenes? - pregunta molesto el menor. 

-Bajo las mías príncipe Ciel. - entraba dramáticamente la monarca aurorita. 

-¡Le exijo que los libere de inmediato! - 

-¿Me exige? Ustedes están en mi tierra y ¿aún así se atreven a exigir?-

-No se confunda Hannah, nosotros estamos aquí porque ustedes se arrastraron pidiendo ayuda. Ni siquiera hay un interés de por medio para Albión y aún así estamos haciendo un esfuerzo por salvarlos. Usted es una mal agradecida. - 

-Diga usted lo que diga, no vamos a liberar al causante de que la oscuridad se haya liberado. En cuanto a la señora, ella no está arrestada, pueden irse cuando quieran. - responde seca la monarca dispuesta a irse, sin embargo el azabache la jala y termina por arrojarla violentamente al suelo. -¡CAPITÁN MICHAELIS! - 

-Le sugiero que le hable con mucho respeto. - comenta el príncipe burlón tomando discretamente la mano de su suegra y se van acercando a la puerta. 

-¿De qué se trata todo esto, Ciel? - pregunta muy bajo la mujer. 

-Ahora no puedo explicar mucho suegra, pero esta es la única forma en que podemos ayudarlo…Traer de vuelta a Sebastián. -

-Capitán Michaelis, le exijo de inmediato una explicación. - responde la monarca levantándose. 

-Vaya que los humanos son idiotas, hombres o mujeres, su capacidad de comprender es nula. Hablar con respeto… Naturalmente una perra corriente como usted que ni siquiera proviene de esta tierra no podría obedecer algo tan simple. - responde el azabache con un tono despectivo mientras sus ojos cambian a aquel tono rosado, señal de que quien habla no es más que el rondador. -Abandona está tierra y entonces está gente tendrá la vida que solía conocer. Permanece aquí y la sangre de los inocentes bañara a Aurora…- ordena el rondador obteniendo una bofetada de la mujer. 

-Mi deber es proteger a esta tierra de todo y de todos. No me iré solo porque un ente del infierno me lo ordena y Aurora no va a caer sin pelear. - 

-Sí esa es su última palabra, con mucho gusto voy a masacrar a todos. - agita la espada y su siempre galante uniforme militar cambia por una especie de armadura dorada quemada por el sol mientras que un par de enormes alas aparecen en su espalda. 

Ante la mirada de asombro de todos los allí presentes da un enorme aletazo haciendo que la habitación se destruya por completo, pero sin herir siquiera a nadie. 

-¿Te largaras de mi tierra? - 

-Mi respuesta es la misma, no me iré de Aurora y no vamos a caer sin pelear. - apenas terminó su oración sintió deslizar por sus entrañas el filo de la espada de la oscuridad. 

-Que así sea tu voluntad Reina Annafeloux. - con un nada delicado movimiento retira su arma y se aleja de la monarca herida. - Tú, ven conmigo. - señala al moreno que lo mira confundido. -Ayudaste al dueño de este cuerpo y por ello voy a compensarte generosamente. - toma la mano derecha del sujeto. -Aquí descansará un poder sin igual, capaz de destruir el mismo cielo sin el menor esfuerzo. Sabrás ocuparlo de manera adecuada. - sonríe. -Ahora vámonos de este lugar… 

… 


-¿Cómo qué encontraron a mi madre herida? - preguntaba el moreno corriendo en dirección a la alcoba de la reina. 

-Fue un desastre príncipe Soma… El príncipe Ciel y su esposo volvieron, robaron la espada y se llevaron al señor Agni con ellos. - se excusa el soldado que antes había arrestado al moreno junto con la señora Michaelis. 

-Busquenlos por cada rincón de Aurora y destruyan esa espada sin importar nada más. - ordena decidido el príncipe aurorita…


††††

CIEL (NO) ES UN DONCEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora