LXXVII

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Nuestra escena comienza algún sábado a finales del mes de marzo, en el castillo de Bowerstone, más específicamente en la habitación del príncipe Ciel, donde este se esmera como nunca en su arreglo, pues hoy es oficialmente su primer salida a una boda junto con su esposo, y no cualquier boda, sino la primera entre un ciudadano albiano y una ciudadana aurorita, y no solo eso, es la primera vez que es elegido como padrino en un evento así, una situación que lo emociona por completo. 

-¿Listo para irnos? - pregunta el militar terminando de arreglar el cinturón de su elegante uniforme de gala. 

-Claro, tan solo me falta ponerme los zapatos. - responde el príncipe yendo a sentarse en el sillón frente a la cama, donde un elegante par de zapatos color beige aguardaban por él. 

Tomó el primero y levantó una pierna para ponérselo sin embargo no importaba la posición en que estuviera acomodado, su vientre no le permitía siquiera alcanzar a colocarse el zapato, mucho menos ajustarlo a sus aún esbeltas piernas. 

-Emmm… Seb… Yo creo que no voy a ir a la boda. - hablaba el príncipe decepcionado yendo a recostarse, colocando una almohada bajo su muy abultado vientre como ayuda para cargarlo. 

-¿Te sientes mal, ¿Quieres que llame al señor Agni? - pregunta el militar asustado tocando la frente del menor. -No tienes fiebre. - 

-No puedes molestar al señor Agni, él es quien oficiara la boda. Tampoco estoy enfermo, así que no tienes que preocuparte.-

-¿Entonces? Ayer estabas muy emocionado con ir a la boda y ser el padrino.-

-Si, pero… No importa…. Solo encárgate de felicitarlos de mi parte. - 

-Ciel. ¿Qué sucede? - se sienta en la cama junto al menor. 

-Te vas a reír. - se gira para no ver al azabache. 

-Dime… 

-Si te ries te arranco la cabeza. - observa serio al militar. 

-No lo haré, lo prometo. - 

-No puedo ponerme los zapatos… Mi panza no me deja. - 

-Entiendo. - se levanta y regresa unos segundos después con los zapatos. -Puedo ayudarte con eso. - 

-No soy inútil. - 

-Lo sé, pero ahora nuestros pequeños ocupan su espacio y te limitan el movimiento, así que no tienes que preocuparte, puedo ayudarte con cualquier cosa que necesites, solo dimelo. - responde el militar ayudando al príncipe a ponerse los zapatos. -¿Listo para irnos? - ayuda al menor a levantarse. 

-Casi, solo dame un minuto para ir al baño. - 

-Tomate tu tiempo. - responde sonriente, colocando su capa como último detalle de su vestimenta. 

-Listo, podemos irnos. - sale sonriente el príncipe, tomando de la mesita de noche la caja donde llevaban los anillos de los novios. -¡Wow! - toca su vientre. 

-¿Pasa algo? - nervioso corre a ver a su esposo que no responde, tan solo mantiene una expresión indescifrable. -Ciel amor…

El príncipe no responde, tan solo toma una mano del militar y la cuela bajo sus ropas dejándola sobre su vientre. 

-¿Lo sientes? - 

-S-se están… ¿moviendo? - 

-Sí y tienen mucha fuerza. - responde sonriente el príncipe. -Es la primera vez que los siento de ese modo, creo que ellos también están felices porque hoy van de fiesta. - 

-Entonces no hay que hacerlos esperar, hay que llevarlos a la fiesta…



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CIEL (NO) ES UN DONCEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora