LXXX

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-¿Cómo te sientes? - 

-No lo sé, me agrada mucho la nueva casa, nuestros niños estuvieron muy tranquilos y aun así no pude dormir gran cosa. - responde el príncipe sin levantarse de su cómodo lugar sobre el pecho de su esposo. -Ayer todo inició como un buen día y terminó muy mal… Quiero dejar de pensar en ello porque sé que debo mantenerme tranquilo por mis niños, pero simplemente no puedo. - 

-Quisiera poder decirte algo que arregle todo, pero se que es tu madre y que ella es a quien más amas en esta vida, solo puedo prometerte que estaré a tu lado para protegerte sin importar sobre quien deba pasar. - 

-Estoy muy bien con eso. - sonríe. -Aún así no lo olvides, si las cosas llegasen a ponerse dificiles vas a abandonar la batalla y ponerte a salvo con nuestros niños. - 

-No lo he olvidado, pero prefiero centrar toda mi atención y esfuerzos en mantenerte a salvo a ti y de ser necesario huir con nuestros niños, los 2 juntos. - besa la frente del príncipe. - ¿Te apetece intentar dormir un poco… 

¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! 

-Muchachos abran por favor. - 

-¿Esa es… 

-La voz de mi madre… Tranquilo, yo iré a abrir. Puedes quedarte aquí descansando. - besa la frente del príncipe y sale de la habitación directo a la entrada de la casa. -Madre, que agradable sorpresa. - 

-Lo mismo digo hijo…  ¿Dónde está Ciel? - entra apresurada a la casa. 

-Arriba, descansando.  ¿Por qué tienes tanta urgencia por verlo?-

-El rey fue a verme poco antes de que amaneciera y me lo contó todo. Vine a darle un poco de cariño de madre ahora que sé que lo va a necesitar demasiado. - responde la mujer con una sonrisa afligida. - En un momento la idea me horrorizó, luego el rey me contó todo lo que pasaron para poder ser padres. Creo que comprendo a la reina, más no me parece justificable para sus acciones. Ella necesita sanar y poner en orden su mente. ¿Crees que pueda ver a Ciel? - 

-Claro, ven conmigo. - sube las escaleras junto con el azabache. -Espérame un segundo. - 

-Tranquilo, tómate tu tiempo. - responde sonriente la mujer. 

Sebastián por su parte entra a la habitación en busca de su esposo, encontrándolo escondido bajo sus mantas. 

-Ciel. - se acurruca junto al príncipe. -Mi madre vino a visitarte a ti. - 

-Ajá, ella vino a visitar a su hijo, a mi me va a querer golpear si se entera de lo que pasó con las mantas. - 

-Oh cariño, no conoces a mamá…  Ella es una mujer muy paciente, no va a molestarse, y menos contigo. No fue tu culpa lo de las mantas. - jala todo dejando descubierto al príncipe. - Te lo prometo. - 

-De acuerdo, tan solo necesito un segundo para… 

-Lo siento muchachos, pero ya no puedo seguir esperando aquí, espero estén vestidos. - la puerta se abre dejando ver a la señora Michaelis con una bella sonrisa que logra calmar al temeroso príncipe. - Ciel, cariño.-corre a abrazar al príncipe importando poco que con sus bruscos movimientos tiro de la cama a su propio hijo. 

-Suegra…- y entonces en el momento en el que los brazos de la mujer rodearon el cuerpo del príncipe este se tenso y de nueva cuenta empezó a llorar recordando lo que pasó y aquellas mantas, las cuales quería que fueran el primer objeto de sus hijos, ahora estaban vueltas cenizas en el castillo. 

-No llores cariño, se todo lo que pasó… 

-Tu las hiciste con mucho cariño y esfuerzo para los bebés y yo no fui capaz de cuidarlas. - 

CIEL (NO) ES UN DONCEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora