LXXXVIII

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¿Cómo imaginaba que sería la primera noche luego de la llegada al mundo de sus pequeños niños?
 
Suponía que si en vela cuidando el sueño de ellos, no muerto de miedo tumbado en una silla al lado de la cama donde dormía su joven esposo.
Sabía que estaba fallando a su promesa y se sentía asqueado de si mismo por estar así de intranquilo con una actitud tan miserable que provoco que Agni, su mejor amigo terminase por golpearlo para hacerlo reaccionar.
Ahora con una mejilla hinchada y el labio inferior partido Sebastián  guardaba vigilia esperanzado a ver nuevamente los bellos ojos de su esposo, aguardaba por poder escuchar de nuevo su voz aunque sea insultándolo, pero sobre todo deseaba poder repetirle cuanto lo amaba y lo mucho que le aterra la idea de perderlo…
-Odio ver tu cara con golpes cuando no soy yo el culpable.-
Tan sumido se quedo en sus pensamientos que no notó el momento en que su esposo abrió los ojos sino hasta que este lo llamó de forma muy original.
Quiso correr a abrazar y besar a su esposo en el momento en que vio sus ojos abiertos, sin embargo decidió mejor controlarse por miedo a lastimarlo y entonces si mandarlo al otro mundo.
Respiró profundamente un par de veces antes de acercarse ala cama donde el menor descansaba.
-Sigues aquí… Tuve tanto miedo de perderte…
Hablo sincero sin importar si parecía o no débil… Después de toda la angustia estaba harto de fingir que todo estaba bien.
-El Sebastián que conozco cree en mi. Siempre supo que salaria victorioso.-
-El Sebastián que conoces perdió todo control de si mismo cuando vio que cerraste los ojos y bueno, por eso terminó siendo golpeado por Agni.-
Responde sintiéndose verdaderamente estúpido por su actitud.
-Debiste haberte puesto peor que en Aurora.-
¿Peor que en Aurora?
Quizá si, prueba de ello fueron sus pensamientos genocidas contra todo superviviente de Aurora que tuviera la desgracia de cruzarse en su camino.
-Solo un poco. Afortunadamente Agni es un buen amigo y me hizo reaccionar pronto.- y vaya que lo era, con ese golpe lo trajo de vuelta a la realidad impidiéndole hacer algo de lo que con toda certeza iba a arrepentirse… Después de todo su primera victima hubiera sido el mismo
-A todo esto… ¿Donde están todos? – pregunto su querido esposo sacándolo de sus culposos pensamientos.
-Llevan ya un rato rezando junto con tu padre. Para dar gracias por el nacimiento de los niños.-
-¿Y mis bebés? Ni siquiera pude verlos bien.- con una muy extraña angustia el menor hizo el intento por sentarse, sin embargo el dolor por su reciente cirugía lo hizo volver a recostarse, aunque no por ello parecía calmado, sino todo lo contrario. -Quiero ver a mis hijos.-
-Claro, ahora los traigo.-mas calmado y sin poder evitar una sonrisa el militar se acerco llevando a una de sus pequeñas y un elegante almohadón donde la dejo recostada a una altura perfecta para que  Ciel pudiera verla sin lastimarse.
-Es tan hermosa, sobre todo su cabello rizado… Hace un rato juraba que era negro, como el tuyo.-
-El cabello de los 3 es de un tono azulado, mucho más oscuro que el tuyo y muy rizado.-respondió sonriente  militar poniendo a los otros dos pequeños junto con su hermana mayor.
-Pero no entiendo la razón de sus rizos. Ni tu, ni yo tenemos el cabello así.-
-Les  viene de familia… El cabello de mi madre es así, aunque puede que nunca lo hayas notado porque esta siempre trenzado.-
-Tendré que observarlos con más detenimiento para saber si tienen algún parecido a mis padres.-
-Sasha lo tiene, observa bien su rostro.-
-Es cierto… Ella tiene el lunar de mi padre.- respondió sorprendido el menor logrando por fin calmar los nervios del azabache que tan solo tomo su mano disfrutando ambos de su momento feliz.
-Ellos tienen tus ojos.-
-Y tu tono de piel.-
-¿Tendrán tu carácter?-
-Solo el tiempo lo dirá…

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Apenas pudo cerrar los ojos durante el transcurso de la noche y cada que  despertaba veía a su esposo sentado a su lado acariciando su azulada cabellera o cuidando de los bebés . Ahora cuando lo vio por la mañana se sintió culpable de ver unas terribles ojeras adornando el rostro de su esposo.
-¿Estuviste despierto toda la noche?- pregunta el príncipe tratando de sentarse en la cama llamando la atención del mayor.
-No tanto.- responde el azabache poniendo a uno de sus bebés en la cuna junto a sus hermanos, dejando a los 3 durmiendo tranquilos.
-Seb… Tu piel es tan clara que se nota de inmediato cuando no duermes. Tienes ojeras.-
-Bueno, un poco… Pero estuvo bien, pude cuidar a nuestros niños toda la noche.-responde sonriente el azabache yendo a la cama donde aún permanece el menor. -¿Cómo dormiste?-
-Pésimo… la parte optimista… por no decir idiota de mi, creyó que todo volvería a la normalidad tan pronto nacieran los bebés… Una de las veces que desperté me sentí asustado por no sentirlos dentro de mi.-
 -Supongo que debe ser algo normal considerando el día tan particular que fue ayer, ¿no?- toma una mano del príncipe y la besa. –¿Tienes hambre?-
-No tanta. Quería abrazar a mis bebés, pero  no quiero despertarlos.-
-Puedo traértelos de uno en uno si quieres.-
-No, mejor déjalos descansar… Y tu deberías hacer lo mismo.-
-Estoy entrenado para pasar mucho tiempo sin dormir. ¿Lo olvidaste? No te preocupes por mi.-
-Seb… Si no me preocupo yo por ti, ¿quién lo hará?-
-No te haré cambiar de opinión, ¿no?-
-No.-
-Bueno… tomaré una siesta de unos minutos.- se levanta de la cama y se queda en el sillón frente a ella. -Despiertame si necesitas algo.-
-Claro, descanza.- responde sonriente el príncipe dejando que su esposo duerma tranquilo un par de minutos, claro hasta que una idea surca su mente. -SEBASTIÁN…-
-¿Qué pasa?- pregunta el soldado aun adormilado parandose junto a la cama. -¿Estás bien?-
-No.-
-Llamaré a Agni, solo trata de resistir un poco.- responde angustiado intentando salir de la habitación, sin embargo debido a su estado soñoliento no lo consigue haciendo que el príncipe suelte una carcajada de la cual se arrepiente de inmediato debido al dolor que produjo en su cesarea.
-Uhhh eso duele.- se queja haciendo el amague de querer sobar esa zona siendo detenido por el azabache.
-Si dejo que sobes podrías hacerte daño, hasta botar alguno de los puntos.-
-De acuerdo.- toma la mano del azabache haciendo que se siente a su lado. -Estoy bien… Aunque un poco molesto contigo.-
-¿Conmigo?-
-Si, porque llevo ya mucho rato despierto y aun no me has besado. -
-Dios… Eso era todo lo que querías… Creí que algo malo te pasaba.- responde el azabache antes de darle un beso al príncipe, apenas quedandose en sus labios.
-¿Eso es todo?-
-Ayer tuviste una cirugía, no quieras tomarlo como cualquier cosa.-
-Lo sé, pero hasta donde recuerdo no fueron mis labios lo operado, ¿o si? Además es solo un beso. Y además me abandonas en la cama yendo a dormir de nuevo en ese sillón.-
-Ciel… No es lo que estás pensando… No quiero irte a lastimar sin darme cuenta.-
-¿Te ordeno que estes en la cama conmigo?-
-¿En serio vamos a discutir esto?-
-No estoy discutiendo todavia amor.- sonríe. -Y no planeo hacerlo, siempre y cuando te portes bien.- señala el lugar al lado suyo donde finalmente el azabache se acuesta rendido. -¿Ves que no era tan dificil?- responde al fin sonriente acariciando la azabache cabellera del mayor logrando arrullarlo en poco tiempo. -Ojalá me vuelva un experto en esto.- susurra para si mismo orgulloso de lograr hacer dormir a su esposo tan pronto, esperando que sea lo mismo cuando los bebés vayan creciendo…
 

CIEL (NO) ES UN DONCEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora