XIX

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-... ¿Entiende que de seguir adelante terminaría por partirlo en 2?-

-Hazlo...

...

-¿Puede ponerse de rodillas?-

-Eso creo... pero ni sueñes que me humille por ti... que me humille más...

-Dependerá de cómo lo tome usted, solo recuerde que prometió que me haría terminar.-

-No lo dije tan literal.-

-Demasiado tarde para arrepentirse.-

Apenas Ciel logra enderezarse termina con la cara contra el muro tras la cabecera de la cama mientras el azabache se coloca tras él para arremeter una vez más en su interior de forma brusca embistiendo esta vez con una velocidad que ciertamente podría considerarse sobrehumana, haciendo que los débiles gemidos del príncipe se transformen en gritos de placer.

-T-tan profundo...

-Que sincero.- responde divertido empezando con veloces estocadas haciendo que el príncipe gima gustoso.

-¡Nnn!- gira su rostro para besar al azabache de una forma verdaderamente salvaje, casi sentía que su vida se iría en ello, pero no por eso quería parar.

Por su parte Sebastián toma al príncipe por la cintura (con la mano izquierda) para moverlo al ritmo que marcaban sus caderas. Con la mano derecha se encarga de tocar todo el cuerpo del menor tratando de estimular en todos los sitios posibles.

-Aaaah... n-no pu-puedo... Es dema-demasiado...-

-Un poco más majestad.- habla jadeante el militar ralentizando sus movimientos pero a cambio los vuelve profundos.

-Duele.-

-Solo será un momento, lo prometo.- besa el cuello del príncipe . -¿Lo siente?-

-¡Aaaah! Sebas...

-Gime Ciel, gime para mi...

-¡Aaaaah! ¡Aaaah!- quería gritarle tantas cosas, quería golpearlo por osar ordenarle cosas, sin embargo su juicio hace mucho se había perdido conforme la polla de su esposo hacía de todo en su interior, simplemente lo dejo ser, después podría vengarse, de eso estaría seguro

-Vamos, solo un poco...- hablaba Sebastián entre jadeos besando el cuello del príncipe mientras que con su mano se encargaba de estimular al ritmo en que este se movía contra sus caderas.

-¡Aaaah! Sebastián Áááá N...- gimiendo luego de un par de minutos se corre en la mano y parte del vientre del militar.

El azabache por su parte suelta él ahora flácido miembro del menor para volver a recostarse y tomar su cintura como punto de apoyo para darle las últimas y más potentes estocadas.

-Ahhh... Ciel...- gimiendo el nombre del príncipe el militar sale del menor par por fin liberar su semilla sobre las nalgas ligeramente rojizas (por los constantes golpes de cadera) del menor.

Completamente agotado, Ciel se deja caer sobre las piernas del azabache que tan solo lo recibe de forma cuidadosa acariciando su rostro con una inusual ternura que en un principio sorprende al menor, pero que termina por arrullarlo.

...

Se sentía cansado, su cuerpo dolía y no precisamente por la herida en su pierna, sino por todo lo que hace poco había pasado.

Contra todo pronóstico y posiblemente deseo de ambos, terminó intimando con el que se supone que es su esposo, aunque no exactamente de la forma en que lo habría esperado.

CIEL (NO) ES UN DONCEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora