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Antes.  

Estoy demasiado cansada para intentar explicarle a Niall lo que realmente pasa conmigo. La verdad es que ni yo misma lo tengo claro, por lo que voy directamente a mi habitación y me echo a dormir. Sólo me despierto poco antes de la cena, cuando Ivana entra a buscar ropa del armario.  

Me mira como si fuese un ratoncillo de laboratorio por un buen rato.  

—Deja de hacer eso —me quejo y giro sobre mi misma para darle la espalda.  

—¿Estás indispuesta? 

—Sí.  

Cierro los ojos, esperando a que salga para seguir durmiendo, pero escucho al abuelo llamándonos desde abajo para la cena, seguido por los pasos apresurados de Tom, Scott y Niall por las escaleras, que suenan como si fuesen dándose empujones. 

Mi hermana vuelve a mirarme como si estuviera pensando en algo. 

—No creo que quieras ir a cenar —me dice.  

—No quiero.  

—Vale.  

—¡Chicas! —insiste el abuelo. 

Ivana abre la puerta, pero responde desde el umbral. 

—¡Vinka no va a cenar, abuelo! 

—¿Por qué? 

Me mira. 

—Sólo dile que me siento mal —le digo. 

—¡Está indispuesta! —chilla mi hermana.  

—Vaya, gracias —suelto con ironía.  

—No hay problema. —Sonríe y me deja sola al fin. 

Me despierta más tarde para darme un par de tostadas y una taza de té que sacó a escondidas de la cocina. Le digo lo que sucedió con Niall esta tarde mientras devoro la comida, ella sólo me escucha con atención. Después de comer le agradezco mucho, ella se acuesta un rato conmigo y, cuando estoy por quedarme dormida otra vez, se va del dormitorio.  

Intento ignorar las risas y conversaciones de los chicos durante la mañana. Jamás se despiertan temprano, por lo que no sé si hoy ha sido la excepción o si ya es muy tarde para que yo siga dormida. Como sea, termino por levantarme a tomar una ducha.  

Cuando bajo a la cocina, Ivana está sentada en un taburete comiéndose un sandwich de pollo y vigilando otro igual a su lado, junto con una taza de té.  

—Tu desayuno —me dice, deslizando el plato y la taza hacia mi lado del mostrador.  

—¿Qué...? 

—Niall lo preparó y me dijo que lo vigilara —explica. 

—¿Niall? ¿En serio? 

—Ajá. 

  

Ahora

—Mira el lado positivo: Al fin estoy comenzando a dejar de lado mi apego a esos principios tan obsesos que tanto odiabas. ¿Me hubieses imaginado hace dos años atrás, saliendo de mi casa a mitad de la noche para venir a dormir contigo sin antes organizar cada detalle minuciosamente? 

Niall se ríe por lo bajo y niega con la cabeza.  

—No, no lo hubiese creído jamás —dice—. Pero ahora no son tus maniáticos principios lo que me preocupa, sino tus pausas. Y tus finales. 

Tienes una cita (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora