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Ahora.

—Se da por finalizada la etapa de pruebas vivas, a menos que alguna de las partes tenga más testigos que presentar —advierte la jueza con un tono que, a pesar de no ser severo, suena intimidante y da la sensación de que todos los presentes le estamos haciendo perder tiempo muy valioso—. ¿Alguna de las partes tiene más testimonios? —insiste por última vez, mirando a Blar y luego al abogado de Theo, que a estas alturas parece que va a descompensarse en cualquier momento.

—No tenemos más testigos, Su Señoría —dice Blar con calma.

—Bien. —La Jueza enarca una ceja y hojea uno de los tantos documentos que tiene sobre la mesa—. Entonces continuaremos con las pruebas periciales. ¿Señor Dune?

—La parte querellante cuenta con un informe realizado por una perita criminalista —informa Blar, sin dejar ni por un segundo su postura solemne.

—Adelante.

Una mujer de traje y cabello recogido camina hacia el estrado. Se ve muy seria y formal, bordea los 50 años y, por su actitud, parece que lleva años haciendo esto.

—Buenas tardes, Señor Dune. Buenas tardes, Su Señoría.

—Perita Caslin, ¿qué estudios tiene? —pregunta Blar.

—Criminalística y Dactiloscopía.

Blar le hace algunas preguntas más a la perita con respecto a sus estudios, formación y trayectoria, sobre las herramientas con las que cuenta a la hora de hacer una investigación, los métodos que utiliza y otros detalles demasiado técnicos para mi comprensión. Finalmente, le pide que hable sobre el informe que realizó a partir de los hallazgos de la investigación sobre el accidente de noche del 1 de enero de 2012.


Antes.

Pasamos las siguientes tres horas bailando juntos y con nuestros amigos, riendo, haciendo el ridículo en medio de la sala y tomando cerveza. Niall solo ha bebido un par, mientras que yo he perdido la cuenta gracias a que Sam me ha estado trayendo o convidando de la suya cada vez que me ha visto con las manos vacías.

Quisiera guardar la imagen, el sonido y todas las sensaciones posibles de este momento, tal como en la Procesión de la Luz con Ivana y Sam, pero es muy probable que por la mañana solo recuerde vívidamente la sensación de mareo y de risa ligera gracias al alcohol. Aunque es posible que también recuerde la máscara de pestañas corrida en el rostro de Sam, que, aunque no esté en su lugar, no logra hacerla ver mal ni por un instante, y el rostro de Niall, que se ve contento a pesar del cansancio. Creo que lo está pasando mucho mejor de lo que esperaba, considerando que vino conmigo casi por presión.

Tal vez no debí presionarlo tanto para venir.

Transcurrida ya la noche, Sam me pide que la acompañe al baño y caminamos juntas a través de la oscuridad, la música y la vocinglería en busca de un baño. Hemos estado en casa de Louis un millón de veces, ha sido prácticamente nuestro centro de encuentros durante todo el último año, y aún tengo problemas para encontrar el baño. Sam se encarga de buscarlo sin soltar mi mano, mientras yo deslizo mi dedo por la muralla para no tropezar con mis propios pies.

—¡Finalmente! —exclama ella orgullosa y abre una puerta, que inmediatamente se cierra en nuestras narices.

—¡Esta ocupado! —exclama un chico desde el interior.

—¡Oh! —suelta Sam en una carcajada muy aguda y contagiosa—. ¡Lo siento mucho! ¡No vi nada, lo juro!

Ambas nos miramos, haciendo muecas en un esfuerzo inhumano —al menos para un humano alcoholizado— por aguantar el inminente ataque de risa. Obviamente fracasamos y explotamos en una sola carcajada al cabo de cuatro o cinco segundos. Un sonido que solo nosotras conocemos, el de nuestras voces fundiéndose en una risotada, estemos donde estemos; en el colegio, en una fiesta, en un centro comercial...

Tienes una cita (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora