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Ahora.

La tenue luz de sol iluminando cada esquina de la habitación de mi hermano parece ser lo único amable en el universo. Por varios minutos me niego a abrir los ojos y a pensar en otra cosa que no sean recuerdos vagos pero felices de hace un par de años, hasta que el ardor y la picazón en las plantas de mis pies me devuelve de golpe a la realidad. Dios, es insoportable.

Trato de controlar mi respiración para no hacer ruido, mientras me las arreglo con dificultad para incorporarme en la cama. Cuando retiro las sábanas, descubro que están manchadas de tierra y una pizca de sangre seca proveniente de mis pies.
Trago saliva y respiro profundo, preparándome para el dolor más fuerte. Quito un poco de tierra, rozando cuidadosamente con las yemas de mis dedos la piel dañada y, luego comienzo a quitar una a una las piedrecillas incrustadas. 

Después de que Niall se marchó esta madrugada, no he encontrado nada mejor que correr descalza por la calle, en la dirección contraria a él. Ahí, en medio de la noche, busqué las superficies más dañadas y ásperas posibles para correr tan rápido y tan lejos como me fuera posible. Entonces entendí, por primera vez en mi vida, que todo el dolor físico del mundo no se compararía con el dolor emocional de tener que obligarte a dejar a alguien.

Mentirle a Niall hasta lograr que me odie ha sido la única manera de comprender lo que él tuvo que hacer para poder dejarme hace dos años. Él dijo que no podía alejarse de mí por voluntad propia y que necesitó obligarse a sí mismo a hacerlo. Creo que hace unas horas yo he hecho exactamente lo mismo.

¿Connor? ¿En serio? ¡¿Te estás acostando con Connor?!

Cierro mis ojos y me concentro en el dolor físico. Me enfoco tanto en no llorar por mis emociones, que dejo de respirar por un intante sin darme cuenta.

¿Él sabe algo sobre ti, acaso? ¿Tiene una maldita idea de quién es la mujer con la que está metiéndose?

Me doy cuenta de que quitarme las piedras no está funcionando cuando me descubro resollando por las palabras de Niall en mi mente y no precisamente por el ardor en mis pies. Desesperada, bajo de la cama para tocar el suelo frío. Comienzo a caminar a pasos bruscos por la habitación, repitiendo en mi mente las palabras talón, planta y punta, asegurándome que el dolor llegue a cada parte de mi piel dañada y se aleje por completo de mi interior. De algún modo me da una sensación agradable.

¿Sabe al menos cuál es tu canción favorita? ¿Sabe sobre los problemas con tu madre, sobre tus manías y tus miedos más profundos? ¿Sabe que tu boca tiembla cuando sientes angustia, como en este preciso momento? ¿O que tiene que recordarte las cosas todo el tiempo porque si no lo hace olvidarías incluso tomar desayuno?

Cuando pierdo la capacidad de aguantar un paso más, me desvanezco en el suelo. Un tajo pequeño se ha vuelto a abrir bajo mis dedos del pie izquierdo, pero es tan ínfimo que apenas sangra. Apoyo la cabeza en la muralla. Creo que me estoy volviendo loca.

¿Lo hace? ¿Se preocupa de recordarte esas cosas tan obvias? ¿Acaso él se asegura de que cada día tomes el maldito remedio para la concentración?

La puerta se abre de súbito y una Ivana desorientada me busca con la mirada hasta dar conmigo a un costado de la habitación. En dos pasos llega hasta mi y me da una mirada de ceño fruncido al descubrir mis pies sucios.

—No es nada —le digo.

La alejo de un manotazo antes de que pueda palpar mis heridas.

—Que no es nada —repito cuando me mira asustada. Odio que no pueda oírme.

Me ayuda a ponerme de pie y a caminar hasta el baño, cargándome sobre su hombro de vez en cuando. A pesar del rictus que se forma en mi rostro por cada paso que doy, ella hace un esfuerzo por contener sus expresiones de preocupación y asombro. Una vez en el baño, ella misma arremanga mis pantalones y llena la bañera con agua tibia. En un principio siento un horroroso ardor en la piel, como si en lugar de agua, estuviese metiendo los pies en ácido, sin embargo termino por acostumbrarme. Ivana me quita toda la suciedad con ese cuidado celestial que la caracteriza y luego de secarlos a toques suaves con una toalla, me guía hasta mi cama y llena mis talones de crema humectante. De tanto en tanto me lanza con disimulo una mirada que no consigo descifrar.

Tienes una cita (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora