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Ahora.

—Connor —murmuro para mí misma.

—¡Sí! ¡Es él! —Kate exclama como si acabase de ganar la lotería.

—¿Cómo...?

—Primero notamos que los mensajes seguían apareciendo en el libro al menos un par de veces a la semana —explica Liam—. Nos llamaba la atención que quien fuera que los estuviese escribiendo, fuese tan perseverante, aun sabiendo que tú ya no estabas trabajando aquí.

Luego Kate añade:

—Comenzamos a fijarnos en los clientes frecuentes. Josh también nos ayudó: Él intentaba reconocer a los del sector de fumadores y yo a los No fumadores. Pero entonces, un día, ese chico Connor solo vino hacia aquí, a la barra, y le preguntó a Liam por ti.

Trago saliva y entrecierro un poco los ojos. Luego, pregunto con la voz bajita.

—¿Qué preguntó exactamente?

—Quiso saber qué era de ti, por qué ya no estabas trabajando aquí y si sabíamos cómo te encontrabas.

—¿Cuándo...?

—Hace un par de semanas.

—¿Están seguros de que es él? —Insisto—. He visto a Connor un par de veces en las últimas dos semanas y hemos pasado el rato, es raro que se pregunte cómo me encuentro—. No puedo evitar sentir el rubor en mis mejillas al recordar la última vez que lo vi.

—Desde que él se acercó ese día, comenzamos a observarlo un poco más cuando venía —continúa la explicación—. Siempre pasaba un buen rato antes de que cogiera el libro, y lo hacía muy sutilmente.

—Además, procuramos revisar el libro en las mañanas y en las tardes, y los nuevos mensajes coincidían con los días en que él pasaba por aquí —dice Kate—. Incluso guardamos sus boletas para asegurarnos. Pero ayer conseguimos comprobarlo. 

—El chico siempre pide cosas distintas, usualmente baratas: Un zumo, una taza de té, una de café... Y siempre paga con efectivo el monto exacto: algún billete y monedas que trae en el bolsillo. Pero ayer pagó con una tarjeta de crédito, entonces Kate tuvo la idea de hacerle firmar la boleta por detrás con alguna excusa de que el sistema estaba caído. Le pidió escribir su nombre y su firma debajo. Él no lo cuestionó, solo firmó y luego se fue.

—Y comparamos su letra con la de los mensajes. —Kate me acerca el libro abierto con el último mensaje, junto a la boleta firmada por él.

—Chicos, son todos unos detectives —digo impresionanda y sonrío levemente.

—Lo sé, somos grandiosos —dice Kate con orgullo.

Analizo con cuidado su forma de escribir, comparando cada letra del mensaje.

«Por favor, Vinka. Resiste.»

Algo se reacomoda dentro de mi al reconocer esa letra, no en la boleta precisamente, sino en cada vez que hemos estado en el apartamento de Tom y él ha estado haciendo sus tareas. ¿Cómo jamás lo noté antes? Es su letra, es tan característica de él: Algo temblorosa, porque toma el lápiz de una manera extraña, pero sumamente ordenada.

—Dios, es él —murmuro. Al ver mi reacción, Kate y Liam se miran con complicidad y chocan los cinco.

Tengo tantas preguntas...

—¿Él y tú son muy amigos? Porque claramente le gustas hace muchísimo tiempo —comenta Kate y mira a Liam—. ¿Recuerdas hace cuánto tiempo aparecen estas notas?

Tienes una cita (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora