– Nadie lo hace porque cuando mueres, mueres... – explicó brevemente haciendo un ademán con su mano izquierda haciéndolo notar como algo obvio, sin embargo, un pequeño flash de su muerte llegó a su memoria, recorriéndole un escalofrío por la espalda, haciéndolo temblar y titubear acerca de seguir con la plática que mantenía con el chico, después de todo, él era parte de la razón por la que se hallaba en su actual predicamento – además, piensa en esto como una fuente de locura para cualquiera, digo, si todos pudieran ver los funerales y lápidas que hacen en sus nombres, se volverían locos hallando la razón por la que son conmemorados de esa forma, ¿no crees?
– Tal vez – respondió cortante a las locuras del triangular, la caminata al bosque ya había comenzado, y aunque no tenía mucha idea de dónde se hallaba la piedra que buscaban, podría distinguirla de entre todos los árboles que les rodeaban, recordaba vagamente los acontecimientos que hubieran llevado a tal escultura a su sepultura en el bosque, por lo que si se guiaba de aquellos traumas, no se perderían tan fácilmente; todo el trayecto lo continuaron en silencio, de vez en vez Bill abría la boca para decir algo, pero el trino de algún ave, el bufido de algún animal e incluso el sonido del lodo chocando contra los tenis del Pines le hacían callar, debía averiguar cómo es que había terminado en la prisión del tiempo, ya que, por más que el gemelo le interrogara, no podría darle respuesta a esas interrogantes, y si quería ganar esta batalla en contra de la familia que le mató en el pasado, debía ser inteligente y cumplir con lo que acordaba o al menos con lo que le prometía a los más listos de la casa – creo que veo algo por allí – musitó el chico, no recordaban o siquiera se habían percatado, en qué momento el sol había comenzado su puesta lejos de los horizontes posibles a la vista, tornando el cielo en hermosos tonos cálidos desde el amarillo hasta el rojo, las aves aleteando de vuelta a casa, los últimos rayos de luz proveyendo a las bestias un último aliento de paz antes de que los depredadores nocturnos despertasen de su sueño diurno, y finalmente, las corrientes de aire que arrasaban con todo a su paso, haciendo revolotear las hojas secas del suelo, meciendo los pinos de un lado a otro, esparciendo su aroma por todos los rincones de aquel bosque y penetrando en las fosas nasales de la pareja de exploradores, era una vista increíble, al menos lo era para el castaño, que bien o mal disfrutaba de la caminata, olvidando en ocasiones que cargaba con su mayor enemigo en hombros; se acercaron a aquella roca mugrienta, agrietada y desgastada por la erosión pertinente al paso de los años, evadiendo la maleza que se abría paso frente a ellos, escondiendo tras su frondosidad, aquel tesoro perdido para los viajeros.
Bill se quedó sin habla, ningún chiste morboso acerca de su propia existencia escapó de sus, ahora blanquecinos, labios, simplemente le miró consternado, melancólico y en silencio, repasando una a una las cosas que había hecho para llegar a tener destino tan funesto como ese, destino sellado y que, ahora, se veía abierto de algún modo – un último trato, ¿no? – Finalmente se dirigió a aquella figura geométrica bien vestida en el bosque, con dulzura en su voz y una carencia de locura o desquicio en ella que provocó un ligero y apenas perceptible escalofrío en su acompañante, quien se aclaró la garganta para llamar su atención – oh sí, ¿podrías... ya sabes, bajarme en mi sombrero? – El contrario se sonrió y acató la orden, lo tomó en su palma nuevamente y lo dejó posarse sobre sus antiguas prendas, que ahora se mostraban petrificadas junto a la figura de lo que solía ser, no podía mentirse a sí mismo, aquello era justo lo que esperaba ver de Bill, solo restos, nada más que malos recuerdos y risas hacia adelante, pero, justo ahora, los malos recuerdos estaban presentes, nítidos y vívidos, el sonido de los gritos de su familia, su propia vida peligrando, la enorme pirámide que no podían vencer pero al final sucumbió, su tío... todo estaba allí, siendo rememorado por el ser abiótico que posaba frente a él, haciéndole compañía a su yo futuro; pero en cuanto a las risas respectaba, no las había, el peso de sus problemas familiares y externos a eso mismo, surgían con más intensidad que en el pasado, escudriñaba sus propios demonios hallándose en un pasillo interminable de inseguridades y personas que no valían la pena
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Diabólica tentación (Billdip) #PremiosGravity2023
Fanfiction- Solo una, dame solo una oportunidad antes de que partas para siempre - el chico de cabellera castaña suplicaba en medio de un bosque vacío, ante la estatua de un ser apenas reconocible por el paso del tiempo, el moho cubría la piedra cincelada y e...