13: ¿Una mano?

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– ¿Verdad, reto o no? – la chica de cabellos chocolate pasaba un buen rato con sus amigas de infancia tardía mientras avanzaban por la espesura del bosque en busca de un buen lugar para hacer un pequeño picnic-desayuno, después de su velada, todas ellas habían terminado tan hambrientas y con ganas de más, que habían decidido salir con algunas cestas llenas de comida, una manta y unas cuantas cosas más que ninguna se detuvo a mirar con exactitud de qué se trataban, además, la idea de desayunar al aire libre era más que agradable, el sol no quemaba sólo abrazaba a las tiernas criaturas del bosque ofreciéndoles su dulce tacto, y el viento, soplaba con discreción por entre las verdes hojas de los pinos pobladores de la región, el día era simplemente perfecto

– Yo elijo, ¡NO! – Gritó la chica de lentes, sonriendo con suficiencia mientras avanzaba a un paso más apresurado para perder a sus compañeras que bufaban frustradas por su respuesta, después de todo no quería que le preguntaran cosas innecesarias sobre su vida, o las cosas raras que había hecho la noche anterior después del mini-concierto que los clones habían dado en el pueblo, ni mucho menos que se inmiscuyeran en asuntos, que según su maduro punto de vista, eran personales e íntimos

– Tú siempre dices no, deberías tratar de jugar como es debido – le recriminaba Grenda junto a Mabel, quién asentía efusivamente con una mueca molesta en el rostro, la más grande de ambas, se apresuró a paso veloz se acercándose a ella para tomarla del hombro y detenerla en su huida

– No, es solo que no me gusta que indaguen en mi vida privada – respondió serena encogiéndose de hombros, continuaron su camino rogándole a Candy que cambiase de opinión, o al menos, Mabel y Grenda lo hacían, pues la rubia se mantenía distante en sus pensamientos, apenas siguiéndoles el paso físico a sus compañeras de locuras, distraída en todo sentido, sólo se preguntaba en qué momento había dejado de ver a los Gemelos Pines como una amenaza, o siquiera, había dejado de mirarlos tan desagradables, quizás desde el Raromagedón, ese que dejó a sus padres en la ruina y luego los volvió locos de remate, o quizás todo había empezado un poco antes, desde aquel incidente con el fantasma en la Mansión Noroeste, cuando por primera vez tuvo una conversación normal con un chico de su edad, no estaba segura de la respuesta, mucho menos de lo que ahora pensaba de ambos mocosos, pero trataba de discernir entre culpa y verdadero aprecio

– ¿Sucede algo Paz?, has estado parada allí desde hace unos minutos – explicó la castaña al ver que, desde que habían hallado el claro perfecto entre la arboleda, su nueva compañera y amiga, no había tomado asiento o siquiera había mirado la escena en la que se hallaban todas conviviendo

– Ah sí, es sólo que estaba pensando en un par de cosas – explicó lo más tranquila que pudo y tomó asiento junto a sus similares, tomó un sándwich de la cesta y lo llevó a sus labios, mordiendo con dulzura la orilla de éste

– Desde que volvió de quién sabe dónde, es así, supongo que algo debió sucederle – trató de murmurar Grenda, sin embargo, el natural timbre de su voz solo le impedía bajar el volumen, por lo que la chica de cabellos dorados, y todas a su alrededor, pudieron escuchar con claridad lo que acababa de decir, Pacífica solo desvió su mirada del grupo y continuó degustando el sándwich que, apenas había percatado, era de jamón y queso – sólo espero que esté bien

– Si lo estoy Grendo, ¿y sabes qué? – finalmente su límite a escuchar las cosas que decían a sus espaldas había sido rebasado por la condescendencia de quien consideraba una de sus amigas, se levantó de aquella manta a cuadros rojos y blancos y lanzó el sándwich al suelo con rabia, apretando los puños y formando una mueca desquiciada en su rostro – Estoy mejor que nunca, no necesito que le cuentes a medio mundo acerca de las cosas que desconoces, y otra cosa – suspiró hondo antes de decidirse a decir algo de lo que posiblemente se arrepentiría, mirar los ojos desilusionados de Mabel, junto al miedo clavado en los ojos de las otras dos chicas en el sitio la obligaron a recapacitar – debo ir a caminar un poco – se dio la media vuelta sin mirar a las demás y se encaminó en el bosque, Mabel trató de seguirle pero el brazo de Candy le detuvo mientras negaba con la cabeza lentamente, dándole a entender que debía darle su propio espacio

Diabólica tentación (Billdip) #PremiosGravity2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora