19: Despierta

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La noche silenciosa rodeaba al pueblo más misterioso de toda la Costa Este de los Estados Unidos, el único sonido audible era el de las pequeñas criaturas que aprovechaban la vida nocturna para satisfacer sus propias necesidades, más allá de eso, todo residente de la zona dormía plácidamente sumidos en el mundo que atrae la fantasía hacia la realidad, lentas y calmas respiraciones inundaban el ambiente en su totalidad, el sonido del viento cruzando libremente cada calle hasta el bosque era la menor de sus preocupaciones, sin embargo, entre tanta paz siempre existen restos de una tormenta que ha acontecido, la tranquilidad que viene después de la tempestad es igual de abrumadora que la galerna misma, es así como, en medio del sudor, pupilas dilatadas, los dientes apretados unos con otros rechinando en el silencio, dejando escapar aquella respiración agitada que sólo fomentaba el firme agarre de sus pálidos dedos a las sábanas remojadas en sudor, el demonio de las pesadillas se incorporaba velozmente deseando escapar de sus propios demonios, con la mirada fija en un punto indescriptible del horizonte marcado por la madera de la cabaña en la que ahora residía, se repetía a sí mismo que estaba bien, que no tenía ni el menor de los remordimientos hacia el acontecimiento que asediaba su existencia; finalmente aquella mano temblorosa se paseó por su rostro cansado y notablemente pálido, se relamió los labios secos por la impresión y miró con más atención a su alrededor, escudriñando todo cuanto sus ojos ambarinos alcanzaban a visualizar.

Más allá de las cosas que ya reconocía debido a su pasado, pudo percatarse de un par de pequeños cambios, desde la total desaparición de su presencia en esa pieza hasta el punto de descubrir más fotos de los pequeños Pines de las que un hombre mayor puede acumular, y finalmente, el joven dormido en el suelo, tendido con la espalda sobre la fría madera con una manta apenas cubriendo parte de su vientre y piernas, dejando ver lo pálida que podía llegar a ser su piel debajo de los jeans que usualmente portaba como parte de su vestimenta, el demonio se sonrío a sí mismo de forma inconsciente, no había descubierto el momento en el que siquiera hubo de cambiarse el chico antes de acostarse a dormir, recordaba a la perfección como se miraba aquel castaño hacía 5 años, y podía jurar que la pijama que usaba ahora era la misma de aquel entonces, claro que sólo referente en el conjunto, de otro modo la ropa tuvo que haberse amoldado a su nuevo cuerpo y crecer con él, cosa que era bastante imposible, sin contar que debería ser demasiado resistente para soportar el paso de los años, soportar el nuevo peso que venía con todo lo que ahora era ese niño, en cierto modo le recordaba a sí mismo, era como verse en el espejo más abstracto de todos, él era ambicioso, perseverante hasta el punto de confundir aquella virtud con la terquedad, e incluso podía definirlo y definirse a sí mismo como una inteligencia incomprendida, pero si era igual a él, ¿de dónde nacía esa rivalidad?, la respuesta siempre venía acompañada del rencor que sentía hacia él por haberlo vencido en más de una ocasión, pero inclusive iba más allá de eso, y ni siquiera el mismo Cipher comprendía aquello.

Finalmente dejó de ensimismarse en el rostro contrario, dejando de lado los pensamientos sobre sus similitudes y atrayendo a sí mismo la idea de que debía acabar con ellos a como diera lugar, volvió a acostarse con la mirada fija en el techo, sus brazos reposaban debajo de su nuca apoyando la labor de la almohada bajo sus rubios mechones, acompasó su respiración al punto de ser insonora e imperceptible hasta para sí mismo, trató de cerrar los ojos pero el mismo recuerdo tortuoso le acompañaban a cada segundo, e incluso las palabras de la entidad más incomprendida y poderosa de todo el universo resonaban sin parar en su memoria "sabes que muy en el fondo odias ver a cualquier ser recriminarse por errores pasados porque te recuerdan a ti mismo", aquella frase, tan simple y bofa como su personalidad más superficial, pero con un significado tan grande que negarse a ella era negarse a sí mismo, de algún modo era cierto que ver al chico lloriqueando por cosas que no venían al caso le había afectado, pero esa no era la principal razón para ayudarle en aquel momento, era más bien una cuestión de ¿orgullo?, ver a una mente maravillosa sumirse en depresión era lo último que deseaba, sabía que aquello terminaba mal de muchas maneras.

Diabólica tentación (Billdip) #PremiosGravity2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora