33. Lado ¿Oscuro?

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Eliza, Scorpius y Jason en multimedia.

Capítulo 33: Lado ¿Oscuro?

Scorpius Malfoy.

Con una toalla limpié mi labio roto, resoplaba con pesadez por el agotamiento mental que tenía ¿En qué momento todo pareció irse a la mierda?

—Peleas bien para ser un niño bonito, Scorpius —Raquel hablaba detrás de mí—. No me sorprendería que Elvendork te invitase a su preciada sala de esgrima, creo que eres el favorito para ser el líder —levanto el mentón, sin voltear a verla—. Eso debe de enfurecer a Jason, lleva esperando ese puesto desde que empezó a comportarse como un idiota en el castillo —ella soltó una risa—. De todos modos, yo voto porque seas nuestro líder, apuesto que contigo podremos capturar a la niñata de Peyton y hacerle daño al tonto de Potter.

Solo la ignoré, no me interesaba entablar una conversación con ella, ni ahora, ni nunca, ni con ninguna persona. Además lo que decía solo me molestana.

Desde que llegué a esta especie de infierno solo he hablado con Josh, de vez en cuando con Tim hasta que enfermó. La mayoría suelen preguntar cosas bastante obvias, pero no importa, al menos notaban mi presencia, de algún modo u otro con ello protegía a los Weasley, y a mi padre. No quería entrometerme más de lo que ya estaba, y eso también aplicaba con mis antiguos amigos.

»¿Sabes? Dejar de hablar con una persona es de muy mala educación —seguí ignorándola, le di un sorbo a mi botellón—. Ugh, vete al diablo entonces, solo quería ser cordial, pero veo que eso no te interesa a ti.

La giré a ver y sonreí con sorna.

—No me interesa hablar contigo.

—¡Púdrete, Malfoy!

Tomó su bolso y se lo colgó bruscamente en su hombro para luego salir hecha una furia. Admito que me gusta sacarlos de sus casillas al no hablar con ellos y cuando lo hacía, aplicaba el increíble y sensato sarcasmo que logré portar gracias a Albus. Es divertido fastidiarlos, sobre todo a personas como Raquel que se exasperan tan fácil.

Terminé de guardar mis cosas y salí directo a mi supuesta habitación que compartía con Joshua. Gracias a Merlín no me topé con nadie en los pasillos de la mansión.

Al meterme en la ducha y sentir el agua contra mi piel me encontraba en un estado al que normalmente le llamaría tranquilidad, pero, ¿Quién puede estar tranquilo con todo lo que está pasando? Son muchas cosas las que están en juego, y con ello, vidas, tanto inocentes como culpables. No quiero hacer parte de esto en lo absoluto, ¿Qué va a ser de mí?

Salí de la ducha y limpié el espejo, y al verme allí reflejado pude darme cuenta de lo mucho que había cambiado en casi una semana y media aquí.

Este no eres tú, Scorpius.

¿Desde cuándo tengo un aspecto tan demacrante?

Me vestí a la velocidad de la luz, siempre de negro y formal, otra cosa que detesto, aunque casi no cambia, pero de igual manera no se siente familiar, aquí no hay ninguna de esas sensaciones, solo hay pena y sí, guerra.

Pretender vivir en paz nunca fue una opción.

—Toc, toc —volteo hacia la puerta mientras me terminaba de abotonar y ajustar la manga de mi camisa. Era Eliza—. ¿Puedo pasar?

Le di la espalda y suspiré —Si te digo que no, de todos modos lo harás.

—Extrañaba escuchar tu voz —habló con cierta diversión, el colchón chilló, lo que me dio a entender que estaba sentada en alguna cama—. Tengo la impresión que desde que estás aquí, te limitas a hablar —¿Y la mentira dónde está? Después de unos segundos, ella continuó—. Scorpius, sabes que puedes confiar en nosotros, ¿No es asi?

La Leyenda De La Dama Y El Héroe  | James S. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora