La Leyenda De La Dama Y El Héroe | James S. Potter

25. Uno de esos días felices.

No tiene nada que ver con el capítulo, pero es que mirenlos ❤️👄❤️

Capítulo 25: Uno de esos días felices.

Narradora/Escritora

El canturreo de las aves resonaba cada mañana, la paz parecía tomar lo que alguna vez fue suyo. En cada dormitorio de la torre de Gryffindor pasaban los rayos solares del verano. Todo parecía marchar bien, aquel viejo y conflictivo sauce también parecía estar de buen humor, cuando se movía parecía que estuviese bailando al compás de los cánticos de las aves o las lechuzas del sector.

Para los estudiantes era diferente, estaban en épocas de exámenes y el estrés estaba a su máximo esplendor, Pamela y Mathew les costaba ir a los entrenamientos por andar en sesiones de estudio para sus ÉXTASIS, la final de la copa de quiddich se acercaba y con ello, el fin del curso escolar.

Habían pasado algunas semanas, estaban próximos al mes de la repentina desaparición de Madison Peyton. Sus compañeros de casa no se atrevían a preguntar a los profesores, mucho menos a sus amigos, la idea de preguntárselo a James Potter estaba totalmente descartada. Nadie sabía nada, nadie era consciente de lo que sucedía a su alrededor, o de lo que pasaba por fuera en las estrechas calles mágicas, o en el mundo muggle.

El gran comedor, por primera vez parecía tranquilo, con estudiantes por doquier con sus amigos, uno yendo de un lado a otro averiguando rumores de cada casa y curso. Allí, en la mesa de los leones estaba aquel grupo de chicos, acompañados por chicas, disfrutando en paz de su desayuno.

—¡BASTIÁN LEE JORDAN, TE ORDENÓ QUE ME DEVUELVAS ESE PANECILLO!

Casi en paz.

Havvanah y Fred estaban sentados en frente de James, le miraban expectantes a cualquier movimiento que hiciera. Parecían dos lunáticos, pero solo estaban preocupados.

—Me asusta que esté tan tranquilo, Fred —le dijo Havvanah, en un intento absurdo de murmullo—. Esta como si nada... ¿Esa no es una señal preocupante?

—Creo que sí, ¿Que debemos hacer? —James se encontraba leyendo un libro que Albus le había prestado, cuando sus amigos empezaron a cotillear hizo de cuenta que seguía leyendo. Fred bufó—. ¿Que tal si está poseído? ¿O hechizado?

—No lo creo, pero sospecho que está fingiendo.

Ya cansado de la situación, James cerró el libro y se cruzó de brazos.

—Puedo escucharlos, idiotas. Creo que se les olvidó desactivar el altavoz.

Ambos soltaron una risa nerviosa que fue disipada cuando James enarcó una ceja. Fred tragó grueso y le dió una mirada de auxilio a Havvanah para que tomara las riendas.

Ella resopló.

—Solo nos preocupas, James, no es normal verte tan...

—¿Tan...? —repitió James, casi irritado.

—¿Tranquilo? —Fred terminó por Havvanah—. Digo, no debe de ser fácil manejar la situación con Ma- —rápidamente, Havvanah le golpeó bajo la mesa—. ¡La que no debe ser nombrada!

—¿Voldemort? —preguntó confuso—. ¿Y ese tieso por qué me debe de preocupar?

Havvanah rodó los ojos.