47. Después de la tormenta... ¿Viene la que?

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Capítulo 47: Después de la tormenta... ¿Viene la qué?


Madison Peyton.

Muerta.

Así me sentía maldita sea, la próxima no vuelvo a beber de ese modo.

Eso decimos en cada fiesta.

Me levanto de la cama gruñendo, mis cabellos estaban revoltosos y desorganizados, no traía mi disfraz, es más, no traía nada de ropa encima.

Y es ahí donde recuerdo todo lo que sucedió ayer.

Oh-oh...

La habitación de los chicos, las cortinas de las camas cerradas y los hechizos para evitar ser escuchados por los demás...

Demonios, me temo que fue una noche muy loca.

Cubro mis pechos y torso con ayuda de la sábana, al asomarme tras la cortina veo el resto de las camas cerradas del mismo modo.

Creo que soy la única despierta, a mis alrededores no veo ninguna prenda que pueda ponerme, me giro a ver a James y me encuentro con su espalda con algunas marcas rojas en ella.

Ops.

—James —lo agito levemente a lo que el responde entre quejas y gruñidos—,  James, levántate.

—Cinco minutos más, mamá...

Me detengo y sonrío —James.

Después de haberle rogado como por cinco minutos se levantó con ayuda de sus brazos, traía sus gafas puestas y su cabello estaba más revoltoso de lo habitual. Cuando su pecho se asomó mínimamente pude notar las cicatrices que quedaron del ataque, incluso tenía unos cuantos cortes en su espalda, más que todo por sus omoplatos.

En serio que aún no me cabe en la cabeza como sobrevivió a eso.

Aún con sus ojos entre cerrados parecía observarme, marcó una sonrisa de labios cerrados con aires de inocencia y dejó caer su espalda completamente en el colchón.

—Buenos días, amor ¿Está muy —un bostezo lo interrumpió— temprano?

Abro mis labios para responder pero callo de inmediato, no tenía idea de que hora pudiera ser, ¿tan siquiera es más del medio día?

Efectivamente.

¿Abuela?

¿Quien más?

Una risa traviesa de James dispersó el absoluto silencio en el que estábamos, cubría sus ojos con su antebrazo mientras que con el otro me buscaba, cuando encontró uno de mis muslos dejo su mano allí, moviendo su dedo pulgar en círculos lentamente.

—Que maldita noche tan fantástica.

—Concuerdo —me acuesto nuevamente, apoyándome sobre un lado, James se gira para quedar frente a frente—. ¿Dormiste bien?

—Me duele un poco el puente —dijo esto mientras masajeaba el lugar con una de sus manos, retiró sus gafas y las dejó a un lado donde no puedan caerse fácilmente, evidentemente tenía las marca de sus gafas con un color rojizo a sus alrededores.

La Leyenda De La Dama Y El Héroe  | James S. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora