32. Los Virdismerdlet.

473 27 31
                                    


Madison en multimedia.

Madison Peyton.

—¿Virdis qué? —puedo asegurar que mi rostro era un poema, no entendía lo que estaba sucediendo.

¿Al menos lo que me decía mi padre tenía alguna lógica? Porque no comprendía lo que salía de su boca.

—Sé que es extraño, pero es la verdad. Nuestro linaje se extiende desde generaciones atrás, todas, con el mismo poder.

Tragué grueso, era algo difícil de digerir.

—P-Pero, ¿Qué tiene que ver eso con mi enfermedad? ¿o con la abuela?

—No estás enferma, palomita, todo era para burlar tus poderes —Muy bien, aquí empieza Merlín a padecer—. Tú, tienes un don que muchos anhelan, Madison, un poder inimaginable para todo mago de mente corta. Sin importar que se despose un muggle, mestizo o sangre pura, como sea, el poder prevalecerá, es algo que está destinado a ser por muchas más generaciones.

Me levanté bruscamente, mis manos temblaban al igual que todo mi cuerpo, sentía que me faltaba el aire, saqué mi inhalador del bolsillo, dispuesta a usarlo, pero mi padre fue más rápido y me lo sacó de la mano.

—¡Pá…!

Mi padre me tomó con firmeza entre sus brazos, me obligó a mirarlo, mi cuerpo seguía temblando, ¿pero por qué? ¿Cuándo acabará esto?

—Mírame a los ojos, Madison, mírame —mis espasmos parecían querer pasar a una convulsión, al fijar la vista en los ojos de mi padre noté como se volvieron verdes, no cómo los de Albus, ni cómo los de Aiden, era un verde bastante intenso, cómo el de una esmeralda. Con sólo fijar la vista por unos segundos dejé de temblar, ¿Qué carajos está sucediendo conmigo? ¿Cómo mi padre había hecho eso?—. Chsssst, necesito que respires, ¿de acuerdo? Tienes que estar tranquila.

Inhalé y exhalé aire pausadamente, era extraño como había alcanzado cierto clímax de tranquilidad.

Pero fue entonces dónde recapacité el bombardeo de noticias que me lanzó mi padre, ¿eso quiere decir que mi vida fue una especie de mentira? ¿de que maldito poder me hablaba?

»¿Ya estás más tranquila?

—S-Sí… —un impulso crecía en mí, solo había sentido algo así la vez que defendí a James de morir hace dos meses—. Papá…

Observaba como de mis manos salía una especie de humo granate, retrocedí varios pasos, cuando sentí el calor de la chimenea me detuve, mi padre avanzó hacia mi, con su rostro lleno de preocupación.

—Escucha, tienes que dejar que se apodere de ti, créeme, no te pasará nada malo, palomita, confía en mí.

—¿C…confiar? ¿Cómo? —observé mis manos nuevamente, ahora eran destellos—. ¿¡Qué me está pasando?! ¡¿Qué hipogrifos es esto?!

—Madison tienes que…

La puerta se abrió, y fue así como las voces de Teddy, Fred, Albus y James resonaron por el lugar. No sabía cómo detener aquello que emanaba de mi, ni siquiera se que sucede conmigo, ¿acaso estaré bien? ¿cómo mierdas le lanzas esa bomba a alguien tan fácilmente?... Un ardor en mis manos me atrajo a la realidad, mi cuerpo se hacía pesado, pero, ¿Por qué? ¿Qué era aquella fuerza que me obligaba a sentirme tan vulnerable de mi propio control?

La Leyenda De La Dama Y El Héroe  | James S. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora