44. Ese puesto es mío.

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Capítulo 44: Ese puesto es mío.


James Sirius Potter.

Soy un idiota.

Siempre lo he sido.

Mi estatus social se basa en opiniones de personas las cuales solo son conscientes de mi nombre y de que familia provengo. Nunca nadie fuera de mi círculo familiar o social se había preocupado por conocerme, e incluso ni mi propia familia conocía al verdadero James, al transparente.

Cómo tal no sufro de ansiedad, he tenido ataques de pánico que, lastimosamente, me llevaron a tomar una mala decisión. La de fumar.

No estoy orgulloso de eso, en verdad me arrepiento de todo aquello que hice en el pasado, era un imbécil de categoría 10, estaba estancado y a la vez me sentía como un desagradecido por quejarme y hacerme ver cómo una víctima.

En una sola cosa la gente tenía razón a la hora de hablar sobre mí, y era la opinión popular con respecto a mi familia y lo unida que es.

Empiezo a mover mi pie mientras jugueteo con el colgante que Madison me regaló en mi cumpleaños.

Es increíble que tenga novia.

Nunca me imaginé en esta posición de novio, mucho menos con Madison. No obstante, heme aqui, en la sala común, esperando a que baje para ir a desayunar juntos como hacemos cada fin de semana.

Y es increíble que una chica hizo eso más rápido en lo que yo digo quidditch.

¿Que sí la amaba? Ante todas las cosas.

—¡James! —me giro en dirección a la voz, por las escaleras bajaba Dave, parecía bastante alegre.

El chico se acercó a mí y era imposible no notar su cambio físico, estaba más alto, casi de mi tamaño.

—Creevey, tiempo sin verte —me ofrece un brazo y se lo acepto, chocando nuestros hombros.

Necesito saber que fue lo que comió para crecer de ese modo.

—¡Viejo! Que bien que te encuentro, me levanté con ánimos de buscarte.

—¿Ah, sí?

—¡Por supuesto! ¿Que acaso no recuerdas que día es hoy? —sus ojos brillaban y su emoción era bastante contagiosa, muerdo mi labio culpable.

—¿Feliz cumpleaños?

Enarcó una ceja, mirándome mal.

—Cumplí 15 en el verano.

—¿San Patricio?

—¡Potter! —resopla y me toma por los hombros—, ¿Inicios de la temporada de quidditch? ¿No te suena?

Mis ojos y mis labios se abren por la sopresa, ¡Maldita sea! ¿Cómo lo pude olvidar?

—Lo siento, lo siento, lo siento —restriego mis ojos—, últimamente estoy estresado con responsabilidades que ni siquiera deberían corresponderme, como dar clase a los demás cursos.

¿Cuánto tiempo más se tardará ese profesor?

—Meh, no hay problema. Sólo no olvides poner la lista en el tablero.

Asiento, dándole una leve sonrisa.

—Gracias por el recordatorio, Creevey.

—Siempre es un placer —guiñó un ojo y se alejó unos pasos para luego girarse y decirme una última cosa—.  ¡Prometo no defraudarte durante esa temporada!

La Leyenda De La Dama Y El Héroe  | James S. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora