29. Confianza y Ataque.

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Capítulo 29: Confianza y ataque.

Narradora/Escritora

Los mortífagos estaban reunidos en la mansión Vincent, no se habían marchado desde la iniciación e integración de sus descendientes, era algo peligroso que anduvieran por las calles, optaron por quedarse y mantenerse ocultos junto con la mansión. Timothy se encargó de esconderlos, sólo porque su padre lo obligó y porque quería poner a salvo a sus amigos, sobre todo a Joshua que podría ir a Azkaban, su magia era poderosa, tanto, que logró conjurar el mismo hechizo que tenía Hogwarts para alejar a los muggles, sólo que está vez sería con magos y brujas.

—¡No puedes hacer eso! —Timothy alzó la voz, estaba muy enojado como para medir su tono, eso claramente molestó a Elvendork.

—Está hecho, Timothy.

—¡Lo matarán injustamente! —su padre le dio la espalda e intentó salir de la habitación, con valentía que no sabía de dónde surgió se aproximó hacia él y lo encaró. Elvendork se sorprendió con tal acción, siempre había infravalorado y subestimado a Timothy—. No puedes matarlo, ustedes eran amigos, ¡Su padre era como tú mejor amigo! ¡Y también son importantes para mí!

Los ojos de Timothy chispeaban de la rabia, su agarre al brazo de Elvendork se intensificó, lo estaba retando y eso era algo que no permitiría.

—¿Acaso me estás... contradiciendo? —se zafó del agarre bruscamente, Tim dio dos pasos atrás—. ¿Mi propio hijo cree que puede decirme que hacer y que no?

—Yo no soy tu hijo —dijo entre dientes, claramente molesto, apretó sus puños a sus costados para evitar que hiciese alguna estupidez de la cual podría arrepentirse—. Nunca lo seré.

Las palabras también podían causarle problemas. Elvendork le golpeó en la cara. Timothy cayó al suelo, el lado derecho de su cara palpitaba, dentro de su boca reconoció el sabor a metal de la sangre, giró a ver a su padre que aún seguía en el marco de la puerta, con sus brazos cruzados detrás de su espalda le dio una última mirada, no sin antes decirle algo.

—Tienes razón, no eres mi hijo —empezó con crueldad, mucha más de lo usual—. Eres mi boleto a la suerte y al poder.

Sin más, abandonó a Timothy en el suelo, sangrando de su labio y con leves dolores en el lado derecho de su rostro. Se levantó con dificultad, no por el golpe que le había proporcionado su padre, sino, por todo el peso y todos los traumas con los que debe cargar.

A veces se preguntaba, «¿Qué habría hecho mal para que mis padres me dejaran en el orfanato?» Según le habían contado, su historia era muy similar a la de Tom Riddle, eso no era algo que le agradara escuchar, nadie quiere parecerse a él en lo más mínimo. Timothy no sentía que podía con el cargo, todos los entrenamientos y preparaciones se irán por el caño si renunciaba, y como castigo, sería la muerte.

¿Qué haría entonces? ¿cómo podría evitar aquel ataque?

James S. Potter.

Paz, solo podía sentir eso

Nunca me había sentido tan libre dentro de las paredes de mi cuarto, siempre sentía que cualquier bicho que anduviera por mi ventana era Rita Skeeter.

Pensamiento psicópata, ¿Pero que puedo decir? Me ha pasado.

—Toc, toc —mi padre estaba en el marco de la puerta de mi habitación, como de costumbre -por no decir que desde que llegamos- tenía una gran sonrisa—. ¿Interrumpo algo?

—En lo absoluto —estaba desempacando mi ropa limpia para guardarla, saqué una de mis camisetas y empecé a doblarla. Volteo a ver a mi padre a la vez que lo hacía—. ¿Piensas ayudarme?

La Leyenda De La Dama Y El Héroe  | James S. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora