58. Nada es lo que parece.

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Capítulo 58: Nada es lo que parece.

James S. Potter.

Quise levantarme pero no tuve fuerzas para hacerlo, aunque para mí suerte —o eso dicen— lograba aguantar un poco más de pie.

O sea, solo cinco segundos.

Cuando desperté, ya habían transcurrido unos días desde la batalla, aún seguía en Hogwarts porque en el estado en el que me encontraba, por más magia que existiera, no podían moverme.

Así que pase la primera semana en la enfermería, hasta que pudiera mejorar. Era solitario y deprimente, porque todo estaba destruido a mi alrededor, incluso a Pomfrey le costaba restaurar el hospital.

Algo que me elevaba el ánimo era que nadie más estaba grave, no como yo, y que por supuesto nadie murió.

Ella no murió.

Madison estuvo conmigo el tiempo que podía, junto con su familia contribuyeron para arreglar la escuela, y como digo, hay algunas cosas que la magia no puede reparar.

Luego de esa triste semana en Hogwarts pude regresar a mi casa. Debía cambiar los vendajes de mis piernas constantemente los primeros días, hasta que dejé de necesitarlos.

Papá alguna vez me dijo que aparecer huesos era doloroso, pero reconstruir dos piernas que, en términos de medicina muggle, debían amputar, era mucho peor.

El daño fue grave, y repito, no todo puede repararse con la magia, ni siquiera esto.

Es irónico que lo diga.

Otra cosa que tenía mi ánimo bajo, prácticamente mi futura carrera como jugador de quidditch había terminado sin siquiera empezar. Victorie me advirtió que si quería jugar debía esperar algunos meses.

Me desmotivó, y mucho.

El señor Higgins prometió regresar para el final de temporada y de allí escogería a algunos jóvenes promesas para enviarlos como refuerzos a los equipos que necesitaban de una gran ayuda. Me alegraba de que Frank y Fred pueden aprovecharse de esta oportunidad, pero sinceramente me sabe mal que yo tenga que renunciar a ello.

Al menos puedo ser un auror.

Oh, esperen, tampoco puedo hacer las pruebas de auror cuando me gradue. Lo había olvidado, claro, cosas así se olvidan.

Lo pienso para no llorar.

En resumen, mi futuro se ha ido a la mierda.

¿Y valió la pena? Sí, ¿Sabía las consecuencias? Sí ¿Me detuve a considerarlas? No, no lo hice. Iba a ganar todo, con tal de salvar a Madison y Timothy, y a todo el mundo mágico de por medio, así haya tenido que arruinar lo que sería de mi vida.

Después de tantas negaciones, me convertí en lo que la gente pedía, un héroe.

—Toc, toc —mi padre se asomó tras la puerta—. ¿Cómo sigues, James?

—Casi paralítico.

Mi padre entró a mi habitación y cerró la puerta detrás de él, se acercó para sentarse a un costado de la cama, muy cerca de mis piernas que estaban cubiertas con el cubre lecho.

La Leyenda De La Dama Y El Héroe  | James S. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora