41. La dama granate.

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¡CAPÍTULO EN EDICIÓN!

Capítulo 41: La dama granate.


Madison Peyton.

Estaba en la habitación con Rose, al menos hace algunas horas, Havvanah y Wendy tuvieron que regresar a sus hogares y con sus familia. No las culpaba, han pasado bastantes cosas aquí y la mejor medicina para recargarse emocional y físicamente era la familia.

Tal vez por eso no sentía la necesidad de regresar a mi hogar en Londres, ya estaba con mi familia.

Rose estaba doblando algunas ropas, su madre le había dicho que probablemente regresarían a casa también, el abuelo Arthur quería pasar tiempo fuera de la Madriguera, se excusaba diciendo que el trabajo le quedaba más cerca, aunque todos sabemos que esa no era la razón.

Desde mi perspectiva creo que no quiere estar aquí es por la partida de Molly. Tengo entendido que desde que murió, se queda en casa de sus hijos y va cambiando una por una, solo hasta que lo asimile.

Y eso es algo completamente comprensible.

—No me quiero irrr —Rose se recostó sobre la cama y la ropa que aún no había doblado—. Amo estar aquí, si por mí fuera, me quedaría.

—¿No te dejan?

—¿En serio lo preguntas? —dijo obvia, soltó un leve suspiro y forzó una sonrisa para nada reconfortante—. De todos modos no importa, el abuelo Arthur estará con nosotros, me encanta cuando trae artefactos de su trabajo y le enseño como usarlos.

Rose continuó en lo suyo. Por mi parte, me recosté contra la pared y la observaba.

Aún no asimilaba que se separarían tan pronto, ni siquiera pudieron acampar como solían hacerlo.

Supongo que este verano fue bastante exótico.

—¿Pasa algo? —preguntó cautelosa, niego y sonrío de labios cerrados para inspirar confianza—. Al menos, nuestra vida parece regresar a la normalidad, poco a poco por lo menos.

—Sí... Eso parece.

—¡Sip! Me alegra saber que el mal, una vez más, fue derrotado y que todos los malditos mortífagos están donde siempre debieron, Azkaban.

Finjo una leve risa —Sí... —se hizo un silencio incómodo, la verdad no quería hablar del tema, fueron días complicados que no hace falta recordar—. ¿Cómo va todo con Scorpius?

Al ver su reacción me di cuenta que no fue una buena idea mencionarlo.

Rose soltó un gran suspiro y se sentó nuevamente, con la mirada perdida, baja y fija en sus zapatos.

»No digas nada, no hace falta.

Me acerco a ella y paso mi brazo sobre sus hombros, Rose ni se inmuta, solo noté que entre abrió sus labios, como si quisiera hablar, pero a leguas se notaba que no quería hacerlo, y tampoco le iba a obligar.

Cuando salí de la habitación de James me había dado cuenta de que la casa estaba particularmente tranquila, y eso no era algo que sea normal, siempre habrá un ruido y cuando fui a mi habitación junto con la de Havvanah me enteré. Todos estaban empacando, y bueno, regresar a sus casas puede ser enriquecedor y a la vez algo nostálgico.

La Leyenda De La Dama Y El Héroe  | James S. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora