50. Año nuevo, nuevas amenazas.

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Capítulo 50: Año nuevo, nuevas amenazas.

Narradora.

Bajo la nieve y con la oscuridad que recaía conforme se acercaba la noche, la mansión empezaba a tornar un aire terrorífico. Era perteneciente a una de las muchas propiedades que funcionaba y estaba activa para los mortífagos.

Desde la redada de hace unos meses decidieron seguir la idea planteada por Blaise Zabini, distribuirse en diferentes lugares y huir a otra localidad por si los aurores los encontraban.

Lo que no sabían y menos esperaban es que Blaise trabajaba junto al jefe de aurores, para acabar desde dentro con los mortífagos.

En la mansión Vincent, desordenado absolutamente todo —o más bien lo que había quedado desde la inspección de los aurores— Elvendork estaba a punto de llegar a la extrema desesperación, aquella profecía no aparecía por ningún lado, y con ella, el supuesto ritual que debían hacer si querían que Voldemort regresara, más fuerte y con hambre de justicia que no sería en vano.

Tiró fuertemente la gran estantería que estaba en su estudio, enojado y frustrado porque no encontraba aquello que necesitaba para continuar con su macabro plan. El haber hecho esto le había rebajado el alto nivel en dónde se encontraba sus nervios alterados, la vena de su frente parecía querer explotar de la impotencia que sentía en ese momento.

—Señor Vincent —irrumpió una voz, que intentaba controlar su nivel de nervios. Ver a Elvendork en ese estado no era un sinónimo de seguridad.

—¿Qué quieres, Wadskier?

—Señor, nuestros informantes lograron completar la lista de sospechosos conocedores de la profecía, también lograron irrumpir en el cuartel de aurores.

—¡¿Qué han hecho qué?! —gritó fuertemente, haciendo sobre saltar a su servidor, Elvendork dio pasos hasta llegar donde estaba Wadskier, para tomarlo con de su cuello, acortando su respiración sin la intención de matarlo—. Te di una orden clara y concisa de no acercarse al ministerio, ¿Quién te ha dicho que puedes desobedecerme?

—Señor... déjeme explicarle —respondió con bastante dificultad para hablar debido a la fuerza que implementada Elvendork en su agarre.

Elvendork le soltó, arrojándolo contra la pared para dirigirse a su escritorio y abrir uno de los pocos cajones que no había revisado en búsqueda de la profecía. Wadskier tosió algunas veces mientras recuperaba el aire, sostuvo su cuello, masajeando el lugar donde Elvendork había ejercido la presión segundos atrás.

Se puso en pie, dejando a un lado el dolor que sentía en su cuello, y la punzada en su garganta que no parecía querer dejarlo hablar con facilidad. Se encontraba molesto, por bastantes razones, pero no tenía posibilidad de enfrentarse a él.

—En el cuartel no hallaron nada, mi señor, no hasta donde pudieron adentrarse en cubierto con poción multijugos. La seguridad en el ministerio parece más ardua de lo que nos imaginábamos —explicó, haciendo caso omiso a los dolores que, para él, eran mentales. Elvendork miraba tras la ventana, lo que le decían no parecía ser importancia, no más que encontrar la profecía—. Pero sí hay algo que tal vez nos sea de mucha ayuda.

—Continúa —exclamó, en espera de la respuesta.

Wadskier carraspeó con dificultad.

La Leyenda De La Dama Y El Héroe  | James S. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora