Capítulo 32

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Narra Paul

Lo cierto es que no encontramos demasiadas dificultades, solo uno o dos guardias, pero afortunadamente acabamos con ellos lo suficientemente rápido como para evitar que avisaran a más.

Avanzábamos por otro de los largos pasillos cuando de pronto nos vimos obligados a cubrirnos tras unas cajas apiladas.

-¡¿DÓNDE ESTÁ ESA NIÑATA?! ¡¿DÓNDE ESTÁ ANNIE?!

Esa voz… sonaba tan… inhumana, tan terrorífica.

-No… no lo sé, mi señor –una voz temblorosa sonó-. La última vez que la vi fue cuando habló con usted.

Me atreví a asomar la cabeza sobre las cajas justo a tiempo para observar cómo Epimeteo abofeteaba tan fuertemente al chico que le tiró al suelo.

Se quedó inconsciente.

Resoplando, el titán salió por la misma puerta por la que había entrado, seguido de un halo de oscuridad.

Nos acercamos al cuerpo inerte del chico, que aún respiraba. Era un semidiós del Campamento, de eso no había duda. Cabaña 6, creo. Por tanto, hermano de Will.

Le miré muy serio.

-No importa –contestó él-. Nunca me cayó demasiado bien. Además, no está muerto. Lo cual me recuerda que tenemos que movernos rápido.

-¿Dónde vamos ahora? –Dijo Noah- Sabemos que Epimeteo está por aquí. No podemos andar por aquí como si no ocurriera nada. Hay que encontrar la esfera, destruirla y largarnos de este sitio. Estamos aquí para cumplir nuestra misión.

Ninguno mencionó el supuesto suicidio que había que cometer para destruir la esfera. Aun así, yo había tomado una decisión sin avisar a nadie.

Es irónico, hace apenas unos meses yo intentaba frenar a Noah para que no se quitara la vida, y ahora yo estaba a punto de hacer lo mismo… o eso creo.

Claro que el destino del mundo y del Olimpo no estaba en sus manos.

Regresé al mundo de los mortales y me dirigí a la puerta por la que Epimeteo había desaparecido. Había dos pasillos llenos de cajas, era como un maldito laberinto.

Está despejado –informé-. Pero no sé por dónde ir. La idea de antes ya no funcionará. ¿Sugerencias?

Separarnos –pensó Will-. Noah y Alia van por el pasillo de la izquierda y tú y yo por el de la derecha.

Se escucharon pasos viniendo del pasillo por el que habíamos llegado a esta sala, la cosa urgía.

Hay que moverse –alenté-. Si encontráis algo, no dudéis en informarnos.

Corrimos cada pareja por un pasillo, y Will y yo nos vimos solos de nuevo, como en los viejos tiempos.

Ni se te ocurra –dijo Will muy serio-.

¿A qué te refieres?

Sabes perfectamente a lo que me refiero. No hace falta tener telepatía para saber qué quieres suicídate por el bien de la misión. Y no puedes hacerle eso a Noah. Ni a mí tampoco.

No hablé. Solo seguí andando a través del pasillo.

Realmente está enamorada de ti. ¿Quieres acaso hacerla tan desdichada? –dijo, posando una mano en mi pecho para que dejara de andar-.

Reflexioné durante unos instantes.

¿Y si no lo hago yo? –Repliqué, mirándole a los ojos- ¿Quién lo hará? ¿Alia, tal vez? No se lo permitirías. ¿Noah? Antes la amordazo y ato a una silla que permitir que se haga daño. Y como última vez quedas tú. Tienes el valor suficiente, sí, pero ¿qué es eso de persuadirme para no hacer algo, y después hacerlo tú? No eres tan estúpido.

Will me miró a los ojos.

-Estoy harto todo esto –dijo, esta vez en voz alta-. La vida de los semidioses es un estrés y una desgracia constante. Para lo único que servimos es para salvarles el culo a nuestros padres.

 -Mejor nacer así que no haber nacido –le contesté-. Tengo que hacerlo. Siento que es mi deber.

Y si no lo hago, ¿Qué sería del mundo? –Continué comunicándome con Will- Dejemos de preocuparnos de eso. Solo… no se lo digamos a Noah de momento, ¿de acuerdo?

Mi amigo asintió, tragando saliva.

Salimos del pasillo hacia una gran sala, a rebosar de ropa y maniquíes. Definitivamente, estábamos en unos grandes almacenes.

Todo estaba en silencio, oscuro, e increíblemente aterrador. Tanto que mi amigo y yo avanzábamos con las armas en ristre.

Chicas –intenté establecer conexión con ellas-.

Estamos aquí –la voz de Noah resonó en mi cabeza-. ¿Habéis encontrado algo? ¿Dónde estáis?

Una sala muy grande a rebosar de ropa. Y maniquíes que proyectan sombras que dan bastante miedo. ¿Y vosotras?

Seguimos por el mismo pasillo –continuó Alia-. Parece interminable, y cada diez metros hay una puerta a la izquierda y otra a la derecha, por las que tenemos que mirar.

¿Encontrasteis algo interesante? –Preguntó Will-

Podría decirse que sí –pude percibir la risa de Alia, aunque no sonara en mis oídos.

¿Y qué es? –Siguió preguntando mi amigo-

Ya lo veréis –esta vez Noah respondió-. Seguid informando, ¿vale?

Claro –contesté-.

“Te quiero” –pensé-

Continuamos avanzando por la sala, a rebosar de maniquíes y cajas llenas de ropa.

Estos maniquíes me dan muy mal rollo –le comenté a Will-.

Tío. Son maniquíes. Siempre dan mal rollo.

La habitación estaba completamente a oscuras, tan solo iluminada por una pequeña ventana y el leve resplandor de nuestras armas. De repente, escuché un ruido. Algo así como el cristal al resquebrajarse.

¿Qué ha sido eso? –pregunté-

No lo sé. Pero date prisa, ya casi veo el final de la sala.

Continuamos andando y de nuevo escuché aquel extraño ruido, esta vez acompañado de un rápido movimiento que pude distinguir por el rabillo del ojo.

-Will… -avisé a mi amigo, en voz alta-

Justo cuando estaba a punto de advertir a mi amigo, algo le embistió por el costado izquierdo haciendo que golpeara su cabeza contra un estante y quedara inconsciente.

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Muy buenas!! Hace poco salió en España "La Sangre del Olimpo", y para celebrarlo este capítulo es algo más largo de lo normal. Aviso! Quedan dos o tres capítulos para el final, tres a lo sumo. Aun así, lo más segusro es que haya segunda parte :)

PD-> Paul en multimedia! Lo sé, es guapo el hp...

Semidiosa no deseada (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora