Capítulo 24

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Narra Noah

Me desperté en la mullida burbuja y vi a Will y a Paul durmiendo. Les sacudí para que se despertaran.

-Tierra a la vista -dije bostezando-.

Paul se incorporó y movió con el pie a Will.

-Que sí,  que sí. Que ya me despierto.

-No es eso -le dije yo-. Necesitamos bajar a tierra, creo que eso ya es Florida.

-¿Y cómo lo hacemos? -preguntó Will-

-Tu sabrás -contestó Paul-, eres el único hijo de Atenea.

Will cayó y se puso a pensar.

-Hay que explotar la burbuja.

-¡¿Estás loco?! ¡moriríamos de la caída!

-No si caemos al agua, pero necesitaremos la ayuda de Paul para volver a la superficie, la caída nos dejará atontados.

-Puedo hacerlo -afirmó Paul-.

Miré abajo por la parte inferior de la burbuja. Estaba bastante alto, y sabía que Paul tenía miedo a las alturas. Y aún así quería hacerlo, este chico nunca dejará de sorprenderme.

-Vale, esto no, esto... tampoco -Will rebuscaba en su bolsa sin fondo-, demasiado fino, demasiado pequeño...

-Oh, venga ya -Paul sacó la espada y rajó la parte inferior de la burbuja, que empezó a volar descontrolada.

-¡Tenemos que saltar! -gritó Paul, sobre el desagradable ruido del viento que chocaba contra la burbuja- ¡Yo iré primero, os espero abajo!

Saltó y mientras caía soltaba gritos de júbilo.

-¿Y ahora quién? -pregunté a Will-

-Hasta la vista, hermana -hizo un saludo militar y cayó de espaldas por la grieta-.

Le vi caer al agua con cierto descontrol, y ni si quiera lo pensé. Salté y noté el viento azotandome la cara mientras gritaba. Caí al mar en plancha, y al instante

me desmayé.

Narra Paul

"¿Este es Will? No, es un alga. ¿Y esto? Tampoco, un pez." No podía ver nada, todo estaba lleno de espuma y solo era capaz de detectar formas debido a mi

instinto. "¡aquí están! Los dos juntos, ni a posta" Salimos a la superficie, ellos tosiendo y escupiendo agua y yo tan tranquilo. Ja, Poseidón mola.

-¿Cómo vamos a llegar hasta la isla de Alia? -pregunté yo-

-Hipocampos -dijo Will, jadeando-.

-¿Qué?

-Hipocampos. Detrás de ti.

Miré en la dirección que Will me indicaba y me asombré al ver tres hipocampos preciosos, mirándonos como si fuera obvio que iban a estar allí. Miré hacia el

mar, estaba plano, ni una sola ola, y no pude evitar dar las gracias a mi padre mentalmente.

-¿Vamos? -pregunté, dándole la mano a Noah para que se levantase.

-Oye, tío -dijo Will-, déjame respirar un momento, ¿quieres?

-Podrás respirar todo el oxígeno que quieras en ese hipocampo de ahí. En marcha, colega.

Semidiosa no deseada (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora