Capítulo 19

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Narra Noah

Paul vino hacia mi con un libro viejo y demacrado en sus manos.

-¿Es ese? -le pregunté-

Paul asintió.

-Ya es la hora, deberíamos reunirnos con Will e investigar esto.

-De acuerdo, démonos prisa, nos estará esperando.

Cuando llegamos al punto acordado, ya eran las ocho y cuarto. Y Will seguía sin aparecer.

-Tal vez no se haya dado cuenta de la hora -intenté calmar a Paul-.

-No, él no es así. Tiene que haberle pasado algo -me miró con cara preocupada-. Noah, tenemos que hacer algo, debemos encontrarle.

-¿Y cómo hacemos eso?

-Hace tiempo, cuando decidimos buscar a Eros para pedir consejo sobre qué narices debemos destruir, él me dio el papel que Némesis nos entregó.

Sacó un pedazo de papel arrugado de su pantalón y me miró con cara de circunstancias.

-Ahora es el momento.

-Paul, no se si...

-Noah -me interrumpió-, es mi mejor amigo. No puedo abandonarle así como así.

-Lo sé, pero... está oscureciendo. Lo mejor será que averigüemos dónde está,  y mañana por la mañana le sacaremos de donde quiera que esté.

Paul se sentó en el suelo, abatido.

-Esto es culpa mia -susurró-

-Paul, esto no es culpa de nadie.

-Si, ¡si es culpa mia! Si hubiésemos ido todos juntos en vez de separarnos como dije... él aún estaría aquí

-No puedes hablar de él como si estuviera muerto. Le rescataremos. Corre, abre el papel.

Paul lo desdobló, y en la hoja estaba escrita una dirección.

-¿Tienes un mapa?

Narra Will

-Tu y tu jefe perdéis el tiempo -le dije-. Mis amigos ya se habrán dado cuenta de que no estoy. Me sacaran de aquí.

Los barrotes de mi celda, además de luz, daban calor. Después de todo el tiempo pasado en aquella prisión, sudaba. Vaya, si sudaba. Creo que estaba tan descuidado que de estar en la calle, me haría con varias limosnas provocadas por las quemaduras de mis brazos (gracias, estúpidas esposas).

Johanna río y me miró.

-Mira que eres estúpido, niñato. Para cuando tus amigos lleguen, el gran Epimeteo ya estará aquí para acabar con todos vosotros. ¿No te das cuenta? Todo esto es una trampa para acabar con vosotros tres, la amenaza. Y tu eres nuestro cebo.

Decidí no hacer caso de su provocación.

-¿Epimeteo? ¿el titán estúpido? ¿ese es tu jefe?

-Mi jefe ha sido tomado por estúpido desde el comienzo de los tiempos. A la sombra de su hermano, Prometeo. Él le robó a Pandora. La mujer que había sido fabricada para él.

-Creía que no la quería, y se la regaló a Prometeo.

-Fíjate por dónde, esa es la versión de su hermano. Mi amo lleva eones planeando su venganza contra los dioses y su hermano.

-¿Y por qué a los dioses?

Un estruendo.

Un temblor.

Un hombre encapuchado.

En cuanto apareció, Johanna cayó al suelo, arrodillada.

-Mi señor.

-¿Es él? -preguntó el encapuchado-

Su voz era profunda, e inspiraba un terror infinito a la par que antiguo.

-Si, mi señor.

Se quitó la capucha, muy despacio, y dejó al descubierto su rostro. Su pelo era negro y liso, y le llegaba por los hombros. Sus ojos eran marrones... no, eran verdes... no, azules... no eran de ningún color de este mundo. Su semblante era frío y duro, como si estuviese emm... ¿estreñido? No sabría describirlo adecuadamente. Se agachó frente mí, con una elegancia sobrenatural.

Sonrió.

-Hola, chaval.

Semidiosa no deseada (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora