Narra Noah
Menudo día. Ha sido llegar al campamento, y descubrir que no debería haber nacido, que fui un accidente. Realmente pensaba que podría encajar en el Campamento, incluso que me gustaría vivir allí. Pero descubrir que soy la hija de una diosa que juró mantenerse virgen... no me lo esperaba. La cabaña estaba limpia, y con una temperatura agradable. Me giré hacia la izquierda, y vi que no había literas como en las demás cabañas, sino que era una sola cama. Con sábanas y almohadas de color plata, como todas las paredes y los demás objetos de la habitación. Me metí en la cama, y descubrí que las sábanas estaban suaves, muy agradables. Me dormí enseguida, pero inmediatamente supe a que se refería Paul con lo de los sueños.
En mi sueño, me encontraba en un bosque. Comencé a andar, pero estaba distraída mirando a mi alrededor, y choqué contra una mujer con un arco y un carcaj plateados. Iba vestida con una túnica también plateada, y acompañada de dos adolescentes.
Supe quién era al instante.
-¿Madre? -realmente, no sabía como llamarla-
-Paula, Johana, podéis retiraros.
Las adolescentes hicieron caso y volvieron sobre sus pasos.
Artemisa me miró, extrañada. Escrutó mi rostro, tratando de reconocerme.
-Noah... llevo varias noches intentando comunicarme contigo, pero mis poderes están fallando. No tenemos mucho tiempo, tengo que decirte algo.
-¿El qué? ¿Que fui un accidente? ¿Que no debí haber nacido? Rompiste tus votos de castidad. Odias a los hombres, pero te enamoraste de mi padre. O al menos espero que fuera amor, y no sólo lujuria.
-No me preguntes como me enamoré, porque yo tampoco lo se. Estoy completamente segura de que estás en este mundo por una razón. Por eso estoy aquí, porque presiento que descubrirás tu finalidad pronto.
-¿Finalidad? ¿Es que no puedo ser el fruto de una relación nacida de un juramento roto? Admítelo, rompiste tus votos. Fin de la historia, por eso estoy aquí.
Un rayo cayó sobre un árbol, quemándolo.
-No dudes de los dioses, niña. Es peligroso. Pronto sabrás por qué estás aqui. Y ahora... tengo un regalo para ti.
Artemisa se desabrochó su carcaj, y me lo tendió junto con el arco. Yo lo cogí, pero hice un mohín.
-No me gusta el tiro con arco.
-Lo se, pero aún así cógelo. Pronto te hará falta. De todas formas, tengo otro regalo que te gustará mas, dame tu mano.
Yo le extendí mi mano, y Artemisa chasqueó sus dedos. Al momento, apareció en mi dedo índice un anillo plateado que se enrollaba en mi dedo como una espiral, terminando en una pequeña gema anaranjada.
-Apriétalo.
Yo le hice caso y al presionar la gema, apareció en mi mano una espada de bronce celestial como la de Paul, pero en la empuñadura (plateada, por supesto) estaba grabado el dibujo de un ciervo.
-Es... es perfecta.
-Sabía que te gustaría. Es la hora, Noah. Recuerda que estaré orgullosa de ti, siempre. Sé fuerte, lo necesitarás.

ESTÁS LEYENDO
Semidiosa no deseada (TERMINADA)
FantasiNoah se creía una persona normal, al menos hasta que conoció a Paul. Él es un semidiós griego que decidió pasar el último verano con su madre, antes de continuar con sus estudios en el campamento mestizo. A petición de su padre, Paul deberá cuidar d...