—Creo que la cagué —murmuró Marcela, caminando al lado de Cayetano. Él se limitó a hacer un sonido sin siquiera abrir la boca—. Básicamente delaté a Emili, aún sabiendo que tiene muchos problemas y no sé cómo le vaya a ir cuando mis papás regresen a casa.
Marce jugueteaba con sus dedos por la ansiedad y cada cierto tiempo se relamía los labios. El chico no podía salir del asombro de saber que le gustaba a la loca y que su acercamiento a él no era por aprender como aseguraba. Ambos permanecieron callados durante el trayecto a esperar el camión que los sacaría del fraccionamiento.
—¿Cuánto hay que pagar? —preguntó Cayetano, buscando en la bolsa del pantalón.
—¿Ah? Tres pesos. Yo te lo pago.
—Cosas de gente de dinero —se burló negando el gesto de la castaña.
—Tampoco es que quiera comprarte, eh. Y tres pesos no es nada —habló sin verlo a la cara, de igual forma Tano no respondió.
Ambos subieron al transporte en silencio, el muchacho se sentó hasta el fondo y Marcela no supo si seguirlo o tomar lugar donde acostumbraba. Al final optó por ir tras él, aunque ninguno habló el resto del camino. Él echó un vistazo de reojo a la castaña y por pocos segundos el recuerdo del cuerpo de Emilia se le fue a la mente. Odiaba admitir que ambas eran atractivas, pero su compañera de clase estaba por encima en cuanto a físico. De igual forma su actitud caprichosa le quitaba cualquier pensamiento impuro y eso lo mantenía tranquilo.
—¿Por dónde me tengo que ir? —averiguó Cayetano, acomodándose los lentes delgados viendo la calle.
El trayecto se había terminado y ambos estaban a las afueras del fraccionamiento. La chica echó un vistazo, pues su compañera pasaría por ella en un Volkswagen.
—Esperemos a Sánchez para que te acerque a la parada.
—Genial, ¿no pasan camiones por aquí? Excelente, mi día se pone mejor al irme en el auto de una desconocida.
—¿Solo te quejas de todo?
—Sí, ¿te molesta? —reprochó viéndola a la cara, la castaña agachó la mirada y negó con la cabeza. Eso no era lo que él esperaba, pensó que recibiría una respuesta sarcástica, pero estaba comprobando que Marcela y Emilia no eran iguales.
»Estoy teniendo un mal día, lo siento.
—Entiendo. Escuché como discutían afuera... pensé que les haría un favor en la cocina, pero creo que fue todo lo contrario ¿Tú de verdad quieres trabajar con mi hermana? —cuestionó la chica, con los ojos llenos de incertidumbre. Aunque él quisiera tranquilizarla, no podía.
No sabía si quería ser parte de ese proyecto, pues temía que saber los sentimientos de Emilia pondrían las cosas extrañas entre ellos y aún menos tolerables de lo poco que ya de por sí eran. Prefirió guardar silencio, aunque eso no contribuyera en la notoria ansiedad de la gemela afligida.
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No te pago para que me insultes
Teen FictionLa popular tiene un crush con el nerd de su salón. Ella quiere su total atención y él... ¡Que lo deje en paz porque la odia! *** Cayetano no ha tenido una vida sencilla, es desconfiado y muy hermético, la única compañía que disfruta es la de sus dos...