5) Its gets worse

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—Repite después de mí, Emili: Las personas no son objetos —reclamaba Marcela a su hermana mientras esta cortaba el pasto

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—Repite después de mí, Emili: Las personas no son objetos —reclamaba Marcela a su hermana mientras esta cortaba el pasto.

Iba llegando de la escuela, aun portaba su falda roja y la playera blanca del uniforme. Emilia estaba de rodillas, con las mejillas enrojecidas por el cansancio;  además de eso, traía en sus piernas y camiseta algunas manchas de polvo. Debió de haberse puesto ropa vieja, pero eligió un conjunto "deportivo" porque pensó que sería más cómodo. El pans le apretaba la cadera y la camiseta era tan ajustada que no respiraba bien, sin mencionar que los restos de césped le picaban en el abdomen.

—¿Por qué es tan cansado usar tijeras? ¿Cómo le haces tú? —se burló, cubriéndose la cara con el brazo para evitar que los restos de hierba que su hermana pateaba le cayeran en los ojos.

—Babosa.

—Era una simple pregunta.

—Se disfruta más de lo que cansa, pero en fin, volvamos a que las personas no son objetos —farfulló, intentando verse seria.

—¿Por qué tenemos que hablar de temas que yo no quiero y que tú si puedes evadir?

—¿Porque yo no trato a las personas como objetos?

—Pues tan santa no eres, eh, que en la mañana bien fingiste estar nerviosa para ayudarme. —Marcela volteó hacia otro lado.

—Tan actuado no es, eh. No quiero darte clases, me ayudo a mí —explicó en voz baja, su hermana abrió la boca sorprendida.

—Alta traición, perra. Pero yo no me dejo vencer y ahora tengo lo que quiero.

—¿Y lo que quieres es un nuevo llavero en tu colección?

—¡Marcela! Ya voy a cambiar, busco sacar mejores calificaciones y tener un novio decente que no me pida faltar a clases —refunfuñó estirando los brazos.

—¿Por qué ves a las personas como objetos? No debes ir buscando que te pueden dar y luego botarlos como si no fueran nada —exclamó la castaña, cruzando los brazos y parándose recta.

—Ay, cállate, es peor fingir que los quiero cuando ya no me interesan. No tengo la culpa de que las personas se vuelvan aburridas.

—No se volverían aburridas si te dedicaras a conocerlas antes de imaginar una vida a su lado.

—¿Terminaste con tus sermones? ¿No quieres decir esas cosas tan interesantes mientras cortas por mí? —inquirió Emilia, aún de rodillas en el pasto. Su hermana negó con la cabeza.

—A esto se refiere la gente cuando dice que no nos parecemos.

—¿A quién le importa lo que diga la gente, Marcela? Ellos no cortan el puto pasto por mí. Ya tengo ampollas en las manos, me duele la espalda, me pica la panza y Cayetano sigue viéndome como un dolor de cabeza.

—¿Qué esperas que piense si lo amenazaste con ser una arrogante?

—Quiero que piense que soy hermosa, graciosa, divertida y el amor de su vida, ¿bien?

No te pago para que me insultesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora