49) Jealousy, jealousy

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Emilia giraba frente al espejo, embobada con el movimiento de su falda al dar vueltas

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Emilia giraba frente al espejo, embobada con el movimiento de su falda al dar vueltas. Se detenía solo para posar subiendo su pie y admirar las plataformas nuevas que su madre le había regalado.

—Que bella eres, maldita sea, deberían tener una escultura en tu honor. Mira ese trasero, ajá, eres una diosa —se alababa, moviendo las caderas y viéndose de espaldas.

Marcela abrió la puerta sin avisar, pasmándose al notar a su hermana.

—¡Pareces un heladito! ¡Amo, me encanta, es muy cute! —aplaudió con una mano y sosteniendo un frasco de perfume en la otra.

—¿Verdad que sí? Me siento como me veo: deliciosa. ¿Ya viste mis zapatos?

—Los que te compró mi mamá.

—¡Sí! Ah, estoy emocionada, hace mucho que no salgo al cine y menos con amigos así en grupo.

—Ya te hace falta. ¿Te ayudo a ponerte perfume? Da vueltas y yo te lo voy rociando —propuso Marce, de inmediato su hermana dio un aplauso cerrando los ojos para obedecer.

—Me veo como un helado y huelo a bombones, todo lo que quería.

—¿Te llevo ya? ¿Qué te falta?

—Ah, no es necesario, Gael quedó de pasar por mí.

—¿Gael? ¿El ex compañero de primaria de Iara?

—¡Sí! Ese que te conté.

—Uh, y viene por ti para llevarte al cine, suena como una cita.

—No, habrá más personas, ponme atención. Junto a él vendrá Iara y creo que otro par de personas más.

Marce asintió elevando las manos, pero sin quitar la sonrisa pícara de su cara, en cambio Emili soltó un bufido y blanqueó los ojos como si aquello fuese de muy mal gusto.

Tras la llamada de Gael, Emilia bajó las escaleras apurada sin importar el alto de sus plataformas, y en la puerta avisó que ya se iba para que su papá o su hermana no salieran a ver con quien o hacer presentaciones incomodas

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Tras la llamada de Gael, Emilia bajó las escaleras apurada sin importar el alto de sus plataformas, y en la puerta avisó que ya se iba para que su papá o su hermana no salieran a ver con quien o hacer presentaciones incomodas. 

«Es una salida con amigos, nada más». Reafirmó caminando en el jardín, cuando levantó la cabeza se encontró que del otro lado de la cerca la esperaba un auto negro, sedán de una marca conocida por lujosa. De pie junto a la puerta del copiloto, Gael la esperaba vistiendo una camisa azul claro y unos jeans blancos.

No te pago para que me insultesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora