Cayetano estaba en silencio acariciando al pitbull gris de Mateo, mientras que él veía a la pared de su patio moviendo el pie insistentemente. Maty se pasaba las manos por el cabello, quería fumar un cigarro más aunque sabía que no era buena idea.
—Es que esto es una cagada —murmuró alzando la cabeza, observando el cielo que empezaba a oscurecer.
—Shí, shí lo es —respondió Cayetano, acercando su rostro al perro y hablándole como bebé.
A pesar de que habían pasado la tarde juntos, el par de chicos no se animaban a sacar el tema, si es que intentaban charlar era de cosas superficiales y ajenas a la escuela.
Mateo había fumado tres cigarros en las horas que pasó en su casa y Tano carraspeaba cuando el humo le llegaba a la nariz. Eso era lo más relevante de su tarde juntos, lo que ponía a Gracia más ansioso en que decir o cómo, ya que no quería ofender a su amigo ni minimizar sus emociones.
—¡Que monito piratita, mira que gordito, mira que monito! —balbuceaba, acariciando la panza del perro que se regocijaba con los mimos.
—Le he escrito toda la tarde, le he llamado y no responde. ¡Acabo de ver el celular y me doy cuenta que me bloqueó! —explicó Mateo mostrando el chat con Iara. Apagó la pantalla del teléfono y lo golpeó contra su muslo—. Supongo que no puedo hacer más. Está bien, puedes decirlo.
—¿Qué? —Levantó la cabeza y dejó a pirata de lado.
—Puedes decirme "te lo dije" porque al fin de cuentas...
—¡No! —interrumpió alzando la voz—. Yo no vine aquí para hacerte sentir peor, estoy intentando acompañarte. —Levantó sus manos para demostrar inocencia, causando que Mateo se encogiera de hombros, cerrando los ojos por reflejo.
Al notar el gesto de su amigo volvió a relajar el cuerpo y se aclaró la garganta. Medina levantó la cabeza de a poco, sin mirarlo a los ojos, estaba avergonzado.
—Lo siento, no era mi intención... Mateo, no vine a discutir quién tenía la razón, lamento que mi actuar haya sido tan basura para hacerte creer que solo me importa mi opinión.
—No, no, no es eso, Cayetano. Perdón. Eres un buen amigo, estás aquí después de todo... Es que, merezco que me lo restrieguen, merezco que me pase esto por ser tan idiota y ciego. Era obvio que iba a pasar, pero me gusta ilusionarme, me gusta ser miserable, al parecer es mi único modo.
—Basta, tampoco debes revolcarte en autocompasión.
—¿Qué más da? Creo que no lo entiendes porque tú nunca...
—¿He tenido novia? ¿Besado a una chica? ¿Enamorado de alguien que sí me corresponda? —Resopló extendiendo las manos, era visible su indignación.
—Nunca has tenido problemas para encajar, para hablar con los demás. Nunca te has sentido tan tímido, raro y miedoso como yo —soltó Mateo, sorbió por la nariz, luchando por no llorar, viendo la pared al otro del patio. Cayetano guardó silencio, apretando los puños y metiendo la cabeza entre sus hombros.
»Nunca he encajado con nadie, ni siquiera podía hablar con chicas sin olvidar como se respira, me ahogaba. Iarely me ayudó a sentirme normal y por eso me duele más. Siento que sin ella todo se acabó, todo es gris otra vez, de nuevo valgo nada.
—Mateo, tu valor no depende de otra persona y ese avance tan grande no se debe a nadie más que a ti —increpó Tano, posando la mano en la espalda de su amigo, hablándole suave para que pudiera entenderlo—. Tú lograste abrirte con ella. Tú ya no eres el niño asustado que no podía hablar. En este semestre no solo lograste salir con Iarely, también te hiciste amigo de Emilia y conociste a Marcela. Marcela da miedo, aún así le hablaste como sin nada en mi cumpleaños, creo que la hiciste reír, no sé, me volteé antes de que se diera cuenta que la veía.
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No te pago para que me insultes
Teen FictionLa popular tiene un crush con el nerd de su salón. Ella quiere su total atención y él... ¡Que lo deje en paz porque la odia! *** Cayetano no ha tenido una vida sencilla, es desconfiado y muy hermético, la única compañía que disfruta es la de sus dos...