La popular tiene un crush con el nerd de su salón. Ella quiere su total atención y él...
¡Que lo deje en paz porque la odia!
***
Cayetano no ha tenido una vida sencilla, es desconfiado y muy hermético, la única compañía que disfruta es la de sus dos...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Recuérdame otra vez por qué te hago caso —exigió Cristina, su voz delataba el nerviosismo que le causaba ver como Emilia escondía las mochilas por el salón.
—Ah, ¿porqué eres fácil de influenciar y te caigo bien? Deberías ser más dura.
—Demonios —susurró resignada—. ¿Y por qué Iarely te hace caso? ¿No puedo quedarme y hablar con Cayetano después?
—No, querida, a mí me gusta el chisme. Si les ayudo es porque Emili cuenta bien los chismes, tú no. Ni siquiera entendí bien lo de tu ex novio friki que se creía vampiro y daba pena ajena. —Negó haciendo puchero—. Quiero saber que pasa, el salseo, el drama, si hay lágrimas.
Dio un par de aplausos emocionada, Emili asintió y puso pulgares hacia arriba, señal de que sus pertenencias ya no estaban a la vista de los maestros.
—¿Y si nos delatan? ¿Si me descubren y pierdo la beca? ¿Si nos en...
—Eso no va a pasar —aseguró Emilia, tomándola del hombro y viéndola a los ojos para que se calmara—. Yo me encargo: Diremos que te bajó, que no tenías toalla y te manchaste la falda, que no quieres entrar a clases porque te da pena pararte. Yo te estoy acompañando porque nunca has pasado por algo así y las mujeres nos apoyamos en esas cosas. Mira que con esa cara de culpa que te cargas, te creen porque te creen.
»Será más realista si no llevamos nuestras cosas con nosotros. En cambio Cayetano llevará su mochila, estoy segura, es tan predecible. —Se tocó la frente y blanqueó los ojos—. No tendrás problemas, yo doy la cara por ti y asumo la culpa.
La rubia no solo era insistente, también tenía un gran poder de persuasión y Cristina le creía todo.
—¡Maldición! —rechistó indignada—. Vamos ya, pues, no quiero que me vean. No puede ser, yo soy una buena chica.
—Ay, por favor, eres una chica como todas —increpó Iarely con una risa burlona.
—Soy buena niña: No me porto mal, no me salto clases, no me meto con nadie.
—Porque no quieres, bien que ves a Lior cuando está jugando básquet. Y lo que le ves no es precisamente cosa de niñas buenas —acusó Iarely en un tono jocoso, recargándose en el hombro de la morena. Su cara ardía tanto que podía jurar que emanaba calor.
—¿Co... —carraspeó para poder hablar—. ¿Cómo lo sabes?
—¡Ay por favor, todos vemos eso. Su traje de deporte es tan holgado que cuando salta, esa cosa salta con él, casi se sale! ¡Todos lo hemos visto. Sebastián babea el piso por no poder babearlo a él! —reprendió Emili, con exasperación.
—Además vi tu galería y bueno, no te juzgo a ti por esos vídeos que tienes... pero sí juzgo la calidad de lo que ves, amiga, están todos borrosos.
—¡¿Por qué viste mi galería?! —cuestionó dando un paso al frente y moviendo sus manos con dramatismo. Iara hizo el ademán de que aquello no era para tanto.