33) Que se joda el viento

4.4K 533 629
                                    

—¿Qué pasó con Andrea?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Qué pasó con Andrea?

—Shhh, baja la voz, Emilia, no quiero que todo el mundo lo sepa —siseó Tano, girando el cuerpo para quedar frente a ella sin pararse de su banco.

—Ah, entiendo, debe ser muy humillante que todos sepan que me dejaste ir por una chica que ni siquiera vive aquí.

El muchacho parpadeó un par de veces y asintió.

—Sí, es eso.

—¿Entonces qué va a pasar?

—Pues nada, tenemos que seguir el proyecto de física. Nos falta probar el experimento, memorizar lo que diremos, ensayar...

—Te pregunto sobre Andrea, física qué. Aprovecha que podemos hacernos tontos en clases.

—Emilia, llevas días haciéndote la tonta, el último semestre y más que eso, los últimos meses de clases. Pronto empezaremos el servicio y los talleres, tu calificación debe ser...

—¡Ay, ya! Me estresas. No me puedo concentrar, ¿sí? Tengo problemas en casa y esta es mi única diversión. Tú eres mi diversión, imagínate que tan mal están las cosas —declaró con una mueca de incredulidad.

—Yo no soy tu diversión, ni que fuera payaso —resopló, dando la vuelta.

—Me consta —bufó viendo para otro lado—. Ya cuéntame qué pasó con Andrea. En la tarde vamos a mi casa a ensayar y eso, pues. Prometo ponerme las pilas.

—¿Pues qué iba a pasar? Nada, nos disculpamos y volvimos a ser amigos. —Cayetano apretó sus labios con ligereza y bajó la vista. Emili al notarlo, le sacudió el cabello para intentar cambiarle el ánimo.

—Pero aceptó tus disculpas, ¿no?

—Sí, de hecho ella se disculpó primero y bueno, platicamos otro rato sobre cosas menos vergonzosas. Me confunde mucho, siento que le gusto, a veces que solo quiere ser mi amiga y otras que soy solo yo creando todo en mi cabeza —confesó recargándose en el banco.

—¿Y por qué no se lo preguntas directamente? —El chico frunció el ceño y se rascó la cara contemplando la opción.

—Me da miedo. Somos amigos y no quiero que las cosas se vuelvan a poner raras entre nosotros y perderla para siempre porque me cae bien.

—¿A qué te refieres con raras? —cuestionó Emilia, dándose pequeños golpes en el labio inferior con un lápiz.

—Luego te cuento.

—Luego te cuento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No te pago para que me insultesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora