La popular tiene un crush con el nerd de su salón. Ella quiere su total atención y él...
¡Que lo deje en paz porque la odia!
***
Cayetano no ha tenido una vida sencilla, es desconfiado y muy hermético, la única compañía que disfruta es la de sus dos...
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—Tú, tú debes saber y tener una respuesta para mí —aseguró Cayetano viendo fijamente a Cristina antes de que ella pudiera tomar su asiento. La chica levantó la ceja y ladeó la cabeza.
—¿De qué hablas?
—¿Emilia está enojada conmigo? Me disculpé con ella y aún así no me ha hablado en toda la semana, apenas me saluda, no se sienta con nosotros en la clase de matemáticas y me responde con emojis cuando le hago algún comentario sobre sus historias o de plano me deja en visto —explicó el chico, moviendo las manos y con la mirada perdida, Sierra parpadeó un par de veces e hizo el ademán de estar pensando.
—No me ha dicho nada y a mí me trata normal.
—Eso le decía yo, a mí también me trata normal, el excluido eres tú —observó Mateo con una sonrisa burlona.
—¿Pero por qué contra mí? ¿Ahora que hice? Ya me disculpé por ser idiota y no he vuelto a serlo.
—¿Qué tipos de comentarios haces en sus estados? —indagó Cristina aún de pie sin quitarse la mochila.
—Nada grosero, lo juro. Le pongo emojis de risa o "jajaja", o cosas referentes a lo que sube, nunca comento nada de sus fotos personales, solo de memes.
—¿Y por qué no le preguntas directamente? —Cristina levantó el brazo flexionado, evidenciando que aquello era la respuesta más obvia.
—Es lo que le dije, pero el señorito no quiere porque "quiere darle su espacio" —explicó Maty haciendo las comillas en el aire.
Cayetano resopló, rodando los ojos.
—Ella me advirtió que estaría ocupada y tampoco quiero que piense que solo la busco porque quiero que este acosándome.
—¿Y para qué la buscas en realidad? —preguntó Sierra sentándose por fin y viendo a Tano. Su tono era tranquilo, no parecía juzgarlo.
—Me agrada, solo quería saber si estaba todo bien.
—Tendrás que preguntarle de frente.
—Aaah, no quiero terminar peleando otra vez, pero bueno, la buscaré. Ustedes no ayudan mucho.
Cayetano giró para quedar con la vista al frente, junto ambas manos y esperó con paciencia que Emili llegara y que sus amigos dejaran de burlarse de él por estarla buscando.
—Dice que ya viene entrando, ya vete a la puerta —avisó Cristina sacudiendo el hombro de Tano.
—Bueno, bueno, pero déjame pararme.
Antes de caminar volteó de nuevo a sus compañeros buscando una señal negativa, algo que lo hiciera retroceder, pero ellos sonreían como si estuvieran ganando algo.
Caminó con desgano a la puerta del salón, aclarándose la garganta antes de entrar, pensando en qué diría y cómo, pero antes de que pudiera crear un diálogo coherente, Emili estaba frente a él.