Para los estudiantes de los últimos semestres del colegio Marie Curie, las prácticas eran muy importantes, pero si había oportunidad de ver a sus amigos, sin duda se juntaban aunque fuese por cinco minutos, porque algunos no se volverían a ver una vez graduados.
Tal era el caso de Iara, Cristina y Emilia, así que aprovecharon un fin de semana para reunirse en casa de las gemelas y seguir conviviendo en la habitación de Emili.
Abrieron el ventanal, pusieron vídeos, llevaron sus mejores productos de cuidado para la piel y se relajaron en algún lugar de la amplia habitación que parecía más ordenada que nunca.
—Así que es noventa por ciento seguro que después de la graduación me mude con mi mamá a Estados Unidos —confesó Iarely dibujando círculos en la colcha blanca—. No pensaba hacerlo, pero últimamente la relación con mi papá es cada vez más tensa por el tema de su novia... Carajo, tiene veintiún años, podría ser su hija y eso me molesta mucho. Además ella ni lo quiere, le dice suggar daddy en sus redes sociales.
—¿Te sientes segura de eso?
—No del todo. No quise irme a vivir con ella porque se acababa de casar y ya sabes, esposo nuevo, vida nueva. Sentía que le estorbaba... Pero ahora la misma situación se repite con mi papá y peor porque no puedo, es tan complicado ver a su novia y a él y no pensar que podría ser mi hermana. Quiere que nos llevemos bien, pero es perturbador sentarme a solas con ella y notar que los regalos que le hace son los mismos que me da a mí.
»Mi madre me dio la oportunidad y yo la voy a tomar. Empezar de cero suena a algo que necesito.
—Mierda, Iara, ¿por eso arreglaste las cosas con Mateo? —inquirió Emilia, aplastando la almohada que tenía sobre las piernas.
—En parte.
»Ah, ya necesitábamos una tarde de chicas. —Blanco se limpió las lágrimas con disimulo y fingió un bostezo—. Aunque esto será noche de chicas.
—¡Sí! No nos vemos desde Halloween. ¿Cómo te ha ido con Maty? ¿Siguieron hablando? —preguntó Cristina sin malicia, abriendo una mascarilla.
—¿Chicas? Perdón, pero que me interese tener un cutis de porcelana no me hace mujer —interrumpió Mauricio, acariciando sus mejillas.
—Ni creas que vas a dormir aquí, te haces la mascarilla y te vas.
—También me pintan las uñas de negro —farfulló ignorando la orden de Marcela—. ¿Entonces qué pasó con Maty? —Iara no pudo ocultar su mueca de incredulidad, pero aún así habló:
—Nada. No nos hemos hablado, pero está bien porque el plan no era ser amigos o algo así, solo quería disculparme y decirle la verdad: Que lamentaba hacerle daño, que de verdad le tenía aprecio, pero que no podíamos ser cercanos porque primero debemos sanar.
»Él lo entendió. Es un buen chico, merece ser feliz.
—Sí, un chico genial y se nota que le importas. Quiere que seas feliz, él me lo contó —irrumpió nuevamente Mau.
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No te pago para que me insultes
Teen FictionLa popular tiene un crush con el nerd de su salón. Ella quiere su total atención y él... ¡Que lo deje en paz porque la odia! *** Cayetano no ha tenido una vida sencilla, es desconfiado y muy hermético, la única compañía que disfruta es la de sus dos...