35) A quién le importa

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Cayetano preparaba algo de comer después de la partida de Emilia. Veía el celular a ratos para cerciorarse de que no tenía ningún mensaje de ella y regresaba a su labor en la cocina. Apenas serían las cuatro de la tarde. Un carro estacionándose afuera lo hizo alarmarse, pensando que pudiera ser su compañera con malas noticias, fue a su habitación por dinero, pero más intranquilo quedó cuando escuchó que abrían la puerta de la calle.

Se apresuró a asomarse, vio por la ventana y Beba abrió la puerta con una sonrisa.

—¡¿Por qué tan atento?! ¿Qué andabas haciendo, eh? —cuestionó con una sonrisa, inspeccionando la sala sin disimular.

—¿Por qué tan temprano? Apenas serán las cuatro.

—¿Por qué respondes con otra pregunta?

—¿Por qué actúas tan raro?

—¿Por qué estás a la defensiva? —Beba se dirigió al baño y abrió la puerta de par en par—. ¿Estás solo?

—Pues sí, ni modo que con quién.

—Bueno estabas en casa de Emilia, luego me llamaste, luego me avisaste que venían para acá...

—Un momento... ¿Dejaste tu trabajo botado para venir a vigilarme? —La mujer se dio la vuelta e hizo una mueca de preocupación exagerada.

—Fue idea de Damián.

—¿Qué demonios les pasa? ¡Par de locos! —Estiró los brazos intentando encontrar una explicación, luego negó y quiso ir a su cuarto, pero su cuñada le cortó el paso.

—Bueno, ya eres mayor de edad, en algún momento tienen que pasar cosas...

—¿Cosas? ¿Qué cosas? Dejen de imaginar que hago cosas, enfermos de mierda —exigió, poniendo los brazos frente a su pecho en forma de equis y girando un poco para evitar que lo tocaran.

—Damián no cree que pases tanto tiempo con una chica solo estudiando. Yo digo que puede pasar, pero ni siquiera terminé la prepa, y además cuando iba a hacer tarea nunca hacía tarea. En fin, es momento de la charla.

—¡No, la charla no! Pongo atención en clases, sé de métodos anticonceptivos, he hecho exposiciones de eso, Beba. No quiero que me hablen de esas cosas si ni siquiera tengo sexo y menos con Emilia.

—Tranquilo, no será de eso —habló la mujer con ternura, dio un par de palmadas en la cabeza de su cuñado y antes de que el pudiera ceder al alivio, soltó—: Damián dice que no deberías tener sexo en la casa, yo digo que es más seguro aquí, así que...

—¡No! No quiero saber cuál fue su conclusión —afirmó huyendo al baño y cerrando la puerta tras él.

—Cayetano, es un tema serio, sal de ahí —ordenó golpeando la puerta.

No te pago para que me insultesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora