36) My Songs Know What You Did in the Dark

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 La risa de Emilia retumbaba en las bocinas de Cayetano a pesar de estar tras la pantalla

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La risa de Emilia retumbaba en las bocinas de Cayetano a pesar de estar tras la pantalla. De pronto se quedaba sin aire y tras un jadeo profundo, la carcajada llenaba el ambiente. Mateo tenía la misma reacción, solo que al lado de su amigo.

—No entendí que dijiste —admitió de forma casi inentendible.

—¡Quise poner Tano y me corrigió a Rabo!

—Cayerabo —se burló Mateo, ambos empezaron a reír hasta el ahogo, mientras Cayetano los veía sin poder entender porqué era tan gracioso, pero le daba igual; le causaba gracia sus risas de animal poseído.

—Ay, no, ¿entonces ahora me dirán así todos los días?

—Sí —balbuceó su amigo con la cara enrojecida. Emilia no podía aún hablar, pero estaba del mismo color.

—Par de blanquitos —murmuró negando con la cabeza—. Cuando terminen de reírse nos ponemos a estudiar, Emilia. Tú, dijiste que nos ibas a ayudar y mírate, ahogado por una palabra.

—Es que... Cayerabo.

Iban a ser las seis de la tarde, los muchachos ya terminaban de afinar los últimos detalles de su exposición y Mateo comía dedos de queso observando el ensayo

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Iban a ser las seis de la tarde, los muchachos ya terminaban de afinar los últimos detalles de su exposición y Mateo comía dedos de queso observando el ensayo.

—¿Entonces crees que está todo bien? ¿Tenemos tu visto bueno? —inquirió Emilia después de un bostezo largo frente a la cámara.

—Perfecto. No sé por qué se preocupan tanto. Lo único que le añadiría es "Cayerabo Gracia" en la presentación, pero señor Rabo, ya dijo que no. —De nuevo las risas se fusionaron y el aludido no pudo hacer más que negar con la cabeza.

—Es un tema serio, mamones. Es la primera vez que expondré con alguien diferente y quiero seguir siendo el mejor de la clase.

—¿No confías en mí, pedazo de animal? Soy la verga de las exposiciones, jódete.

—Uy, que genio, hace rato risa y risa, pero nomás te dicen algo y te ardes.

—¿Ardida yo? Tú no aguantas bromas —aseguró, viendo fijo a la cámara y apuntando con el índice, Tano resopló.

No te pago para que me insultesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora