28) Huelga sentimental

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—¿Cómo te fue con Emilia? —preguntó Damián, tomando la cabeza de su hermano y sacudiéndola con la yema de los dedos

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—¿Cómo te fue con Emilia? —preguntó Damián, tomando la cabeza de su hermano y sacudiéndola con la yema de los dedos. Cayetano intentó liberarse, pero no pudo.

—¡Quítate, pinche loco!

—¡Hey, deja a ese niño! —amenazó Genoveva, señalando con el índice. Damián levantó las manos para mostrar inocencia.

—Ni siquiera me dejó secarme las manos —acusó Tano, tomando la toalla al lado del lavabo que estaba por fuera del baño.

—Pues quiero que me cuente antes de que se encierre —justificó el mayor. Beba los juzgaba a ambos con la mirada por el arco del pasillo que dejaba ver hacia la sala.

—¿Entonces cómo te fue con Emilia? —cuestionó, tomando una papa frita que tenía sobre la mesa de cristal.

—Pues... —El chico levantó los hombros y caminó a sentarse en el sillón para cenar con su familia, tras él fue su hermano—. Supongo que bien, no sé, estuvo tenso.

—¿Por qué? ¿Sigue siendo distraída? —Damián sacaba las hamburguesas de la bolsa de papel y recogía las papas que quedaron al fondo para quedárselas.

—¡Hey, esas eran mías! —exclamó Cayetano, quien luego de una pausa dijo—. No, en realidad trabajó muy bien, pero... no sé, no nos llevamos y se sentía el ambiente muy pesado.

—¿Y por qué estás en equipo con ella? Deberías pedir un cambio —Sugirió la chica, pero Tano solo torció los labios.

—Yo quería hacer equipo con ella.

—Oh, por Dios, ¿te gusta? Ya decía yo que del odio al amor...

—¡No! Damián, si vas a decir pendejadas te quitamos las papitas, no mereces tanto. —El mencionado levantó las manos e hizo el ademán de cerrar la boca—. Pues, es que, no sé... Mis amigos la quieren mucho, todo el tiempo se expresan bien de ella y quiero darle el beneficio de la duda, pero ahora Emilia se hartó de mí... creo que le hice daño y no quiero ser esa clase de persona. Tal vez lo mejor es alejarme de ella y rendirme.

—A ver, cuenta la historia completa o no cuentes nada porque no entiendo —pidió Beba, recorriéndose a la orilla del sillón para poner atención. Damián intentó no ser muy obvio, pero terminó imitando a su novia.

—A ver, ¿cómo empiezo o por dónde? Miren, desde que le regalé el llavero y eso, quedamos en ser amigos, pero no funcionó. Ella es muy, muy, efusiva, siempre me quiere abrazar, tocar, me hace bromas y no me gusta... luego la veo haciendo lo mismo con otra gente, pero en fin... No logré abrirme con ella a pesar de que le dije que podía considerarme su amigo y estar para apoyarla. Emilia me hizo un par de comentarios hoy que me dejaron pensando en que me estoy yendo por el lado equivocado.

Se formó un silencio, los mayores esperaban que Cayetano terminara de contar, pero él solo mantuvo la vista en la tapa del refresco y le dio un sorbo.

No te pago para que me insultesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora