29) R.I.P

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Emilia y Cayetano estaban en la sala, leyendo en silencio, solo abrían la boca para discutir el tema escolar que estaba resultando muy complicado para ambos

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Emilia y Cayetano estaban en la sala, leyendo en silencio, solo abrían la boca para discutir el tema escolar que estaba resultando muy complicado para ambos. Gracia soltó un suspiro y relajó la espalda, ya le dolía el cuerpo por no lograr entender.

—Necesitaremos comprar material, un láser, de esos apuntadores, una placa de metal e isopor. Hacemos una demostración y eso quizá logre enmendar algún error si se nos olvida algo mientras exponemos.

Emilia infló las mejillas y asintió sin despegar la vista del celular.

—¿Estás buscando el tema o estás tomándote fotos?

—Grabo videos para mi estado.

Se retiró el cabello de la cara, ladeó la cabeza y guiñó a la pantalla. Cayetano se frotó la frente para no empezar a discutir.

—Él es Tano, está teniendo un mal día: Me odia, es mi compañero de equipo, no entiende el tema y no tiene con quien quejarse porque sus amigos me quieren más que a él.

—¡Eso es mentira! Deja de grabarme y ponte a leer, Emilia, por Dios.

—¿Lo ven? Le duele la verdad. Seguiremos informando.

Guardó su celular con una sonrisa y se estiró como un gato sobre el sillón, quedando tumbada boca arriba.

—¿Qué haces?

—Ya me dio flojera, necesitamos un descanso.

—Tu mamá te ve por la cámara —explicó exasperado, sentándose más a la orilla y señalando el aparato en la pared, en cambio su compañera hizo el signo de amor y paz.

»Tú no tienes remedio. No creo que le haga gracia a tu madre verte ahí tirada mientras le dices que haces un proyecto.

—Mmm, uy no, yo le dije que seguías dándome tutorías y como funcionaron, me siguen dando dinero para que te pague. Imagínate cómo se pondrá cuando se entere que estás aquí gratis. —Tano abrió los ojos de más e intentó hablar, pero solo logró farfullar algo inentendible. Emilia soltó una risa estruendosa que mantuvo a su compañero con las manos en la cabeza, rogando por paciencia.

—¡Debiste haber visto tu cara! —balbuceó ahogada por la carcajada—. Ojalá se haya grabado.

—Eres insoportable.

—Vamos a comer, tengo hambre.

—Emilia, vine acá a estudiar —le recordó moviendo las manos.

—Ay, ya ridículo, ni entendemos lo que estamos leyendo y yo no comí en la escuela, menos me concentro. Mira, pedimos pizza y en lo que llega intento leer y estar seria —propuso sentándose con las piernas cruzadas, luego tomó su celular para buscar el número.

—N-no traje dinero, pero tengo hambre, ¿puedo pagarte mi parte cuando venga Beba?

Emilia hizo el ademán de lanzarle el teléfono en la cabeza, él levantó las manos por instinto y también porque la rubia parecía molesta de verdad.

No te pago para que me insultesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora