Extra: "Ella resultó ser como tú"

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Jordan



Estaciono el auto en el aparcamiento del enorme colegio, saco las llaves del contacto y bajo para hacer mi camino hacia el lugar que odié casi toda mi niñez. Debía agradecerle a mi padre su constante acompañamiento, ya que, de no ser por él, habría abandonado la escuela desde el día uno. Sin embargo, mis hermanos y yo pudimos darle la dicha de vernos graduados.

Sí, tal vez él habría querido que tuviéramos otros planes.

Sacudo la cabeza y sigo mi camino hacia la escuela, aún son las diez de la mañana y los pasillos están en silencio. Supongo que los niños están en clase, cruzo el pasillo hacia el final y me encuentro con el pequeño terremoto que vive conmigo desde hace ocho años.

Está sentada en una de las sillas junto a la pared, con los brazos cruzados y la cabeza escondida entre sus largos rizos rubios. Me acerco y me agacho frente a ella.

—Hey, mi amor —murmuro, colocando mis manos en sus rodillas—. ¿Estás bien?

—No —gruñe entre dientes, con su infantil y melodiosa voz.

—¿Qué está mal? —entonces, levanta la cabeza y me observa con sus ojos multicolor como los de su madre. Quizás son verdes, o tal vez azules, no tengo idea. Sin embargo, tiene un moretón en la mejilla que acapara toda mi atención—. ¿Quién te hizo eso, Julie?

—Papi...

—Señor D'Arco —me pongo de pie al ver a Agatha, la rectora del colegio, junto a la puerta de su oficina—. Que bueno que pudo venir, lamento si interrumpo su mañana de trabajo.

—No, no se preocupe —le resté importancia y miré a mi hija otra vez—. ¿Me puede decir que ocurrió?

—Por supuesto, pase por aquí y se lo explicaré todo.

Le di una última mirada a Julieth antes de seguir a la directora, sin pasar por alto el ceño fruncido y la molestia en las facciones del mounstro rubio sentado a unos metros.

—Lo cité aquí ahora por el incidente que tuvimos con Julieth hace unas horas en su salón de clase —me senté al otro lado de su escritorio, seguido de ella. Rebuscó en una carpeta y me enseñó un dibujo—. Julieth es una niña muy talentosa, para tan solo tener ocho años ya sabe dibujar perfectamente, lo que es bueno.

Sonreí al ver el dibujo, éramos nosotros. Nuestra familia. Estaba bien hecho y detallado, más bonito que cualquier otro dibujo que haya visto antes.

—¿Y cuál es el problema? —pregunté, ya intrigado—. Porque no creo que por dibujar se haya ganado el moretón que tiene en el rostro, ¿cierto?

—En efecto, señor —asiente y entrelaza las manos sobre su escritorio—. Cómo ya dije, Julie es muy talentosa y le encanta dibujar. Esta mañana, como casi siempre, estaba dibujando en clase y un compañero empezó a molestarla por ello. Julie tiene un temperamento bastante fuerte para ser una niña tan pequeña, por lo que no le gusta que la molesten. Este niño, siguió molestándola, hasta el punto de empujarla y hacerla caer al suelo. Por eso el moretón, se golpeó con la silla antes de caer —me remuevo inquieto en la silla, ya con la ira corriendo por mis venas. ¿Qué un niño golpeó a mi bebé? —. Julieth se levantó y lo golpeó de vuelta. Le rompió la nariz y tuvieron que venir por él.

—El niño la golpeó primero...

—Exactamente, ya tomamos cartas en el asunto y suspendí al niño por lo que queda de la semana —respondió a mi acusación adelantada—. En cambio, a Julie, solo decidimos darle dos días de suspensión, dado que en la escuela rechazamos cualquier tipo de violencia.

Una bestia bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora