54. Secretos escalofriantes.

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Frunzo el ceño y parpadeo varias veces, puedo ver cómo la lluvia caía por el vidrio del ventanal y me reprendí al ver que estábamos dormidos en la alfombra de la sala

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Frunzo el ceño y parpadeo varias veces, puedo ver cómo la lluvia caía por el vidrio del ventanal y me reprendí al ver que estábamos dormidos en la alfombra de la sala. Jordan tenía sus brazos a mi alrededor y una de sus piernas enredadas entre las mías, su rostro estaba inclinado en mi dirección y sus ojos estaban cerrados.

Suspiré, toda la tarde de ayer me dejó muy preocupada, sabía que algo pasaba, pero no de tal magnitud. ¿Había gente intentando matarnos a todos? Y sí, digo todos, porque ahora formo parte de la familia D'Arco y es que, no estaba disgustada con ese hecho. Pero, me ponía los pelos de punta el saber que mi familia estaba en peligro y que había alguien que quería hacernos daño.

Tenía miedo, tenía mucho miedo, porque sabía que había algo más detrás de todo, también sabía que Jordan se había ahorrado varios detalles para no preocuparme, pero esa tarea era totalmente inútil.

—Amor —llamé, Jordan ni siquiera sé inmutó, me remuevo para quedar frente a frente con él—. Bebé, despierta... Es hora de despertarse —murmuré pasando mis dedos por sus mejillas, su ceño se frunció y sonreí—. Amorcito lindo, precioso y divino —dije mimosa y una sonrisa aparece en sus perfectos labios, le di un pico y suspiré—. Vamos, despierta...

—Deja dormir, mujer —gruñó y solté una risita, me acogió entre sus brazos y pegó fuertemente contra su pecho—. Vamos, son como las cinco de la mañana.

—Bueno, entro a las siete —le dije, gruñó otra vez y besó mi frente—. Arriba, hombre, ya mañana es sábado y podemos dormir hasta tarde.

—Eres tan fastidiosa a veces —murmuró y luego me soltó, me senté en el suelo y me pasé las manos por el cabello, me estiré y segundos después Jordan estaba tirando de mi mano.

—¿Qué haces? —reí cuando me subió a su regazo, mis piernas estaban a cada lado de su cuerpo, una de sus manos fue a mi nuca y me bajó con fuerza hasta que nuestros labios se juntaron—. Estás loquito.

—Buenos días —dijo con su voz de recién levantado. ¡Ah, amaba ese sonido! Besó mis labios lentamente y luego me dejó libre—. ¿Por qué estamos en la sala?

—No lo sé, creo que nos quedamos dormidos —bostecé, lo sentí sentarse de repente y rodear mi cintura con sus brazos, su rostro se escondió en mi cuello. Yo llevé mis manos a su espalda y lo acaricié por encima de la camisa, cerré los ojos y me apreté contra él.

Amaba a Jordan, lo amaba con todo mi corazón y estaba aterrada por su vida, porque si él no está conmigo, mi vida se acabaría.

—¿En qué piensas? —murmuró en mi cuello, me estremecí por el contacto.

—En qué te amo mucho, mucho, mucho —dije bajando la voz, lo sentí reír, erizándome la piel.

—Yo también te amo mucho, mucho, mucho —reí, dejó un beso en mi cuello e inclinó la cabeza hacia atrás, pasé mis manos por su cabello rubio y miré sus ojos azules.

Una bestia bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora