49. Navidades raras.

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Estaba más feliz que cualquier persona en el mundo, quería gritar y saltar y

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Estaba más feliz que cualquier persona en el mundo, quería gritar y saltar y... Bueno, ya había saltado y me había mareado y terminé vomitando. Jordan se molestó unos segundos, pero luego lo besé y me perdonó.

Eso no importa ahora, la cosa es que... ¡Íbamos a vivir juntos y eso me encantaba!

—¿Cuándo haremos el traslado? —pregunté una vez que estábamos en el auto.

—Más tardar, la semana entrante —me respondió acelerando—. Dejemos que las cosas bajen un poco la intensidad.

—Está bien —sonreí—. ¿Por qué escogiste el departamento tan lejos de la ciudad?

—Quiero estar tranquilo cuando salga, Bailee. Quiero dormir contigo sin que haya interrupciones —lo contemplé unos segundos, observando lo bonito que se ve su rostro y todo su perfecto perfil—. Así también, podemos cambiar de aires y distanciarnos de toda esa mierda —dijo y aquello me dejó algo sorprendida—. He sido muy cuidadoso con todo esto, por eso traje a Owen conmigo —por instinto miré la camioneta de Owen por el retrovisor—. Quiero que esto salga bien, por eso lo estoy haciendo.

—Todo nos saldrá bien —le transmití aquella corazonada de buena vibra que tenía en el pecho, apreté su antebrazo y le obsequié mi sonrisa tranquilizadora—. Todo va a mejorar, sea lo que sea.

—Por eso te amo tanto —apretó mi mejilla con la palma de su mano sin quitarle la mirada a la carretera.

—Yo también te amo, Jordan.

Mientras estábamos en marcha, me dediqué a pensar en que regalarle a Jordan. Porque, se había superado con departamento y es que, a pesar de ser un hogar para ambos, fue muy especial para mí que hiciera esto en estas fechas. Pensé, pensé y pensé, y cuando mis neuronas estaban a punto de extinguirse... Una idea llegó a mi mente.

Busqué mi teléfono disimuladamente y comencé a teclearle a uno de mis cuñados favoritos.

¡Necesito tu ayuda!

La respuesta fue casi inmediata, y sonreí al darme cuenta que podía contar con él.

¿Para qué soy bueno?

Necesito que le compres algo a Jordan por mí.

¿Presupuesto?

A ver... Tenía aún el dinero que supuestamente era para pagar los gastos del funeral de mamá, y también, iba a vender el otro departamento y luego estaba la remuneración de todo el año más los ahorros. Aún me quedaba el sueldo, sí, tenía con que costear la idea que se me había ocurrido. Le dije a Jonathan lo que tenía en mente y me envió un: «Cuenta conmigo». Y yo, simplemente, lo dejé a su criterio.

[...]

Eran pasadas las cinco de la tarde y yo ya estaba vestida para la gran cena de navidad que Rachel había preparado junto con Elena para todos nosotros. El señor Eliam ama a Rachel como si fuera su hija pequeña y por eso le cedió la cocina sin importarle muy poco si incendiaba la casa. En fin, Rachel y yo nos encargamos de comprar los regalos para todos, una semana atrás, claro, que ellos mismo se compraron sus regalos porque no nos dejaron poner ni un solo centavo.

Una bestia bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora