Observé las gotas caer por el enorme ventanal de la cafetería, elevé mis ojos y miré el cielo totalmente nublado, lo cual es demasiado común en Londres en estas fechas.
La campanita de la puerta sonó llamando mi atención, un señor canoso entró cubierto de agua, pero eso no le impidió sentarse en una de las mesas y hacer un gesto con la mano, indicándome que me acercara.
—Buenas tardes, ¿qué puedo servirle? —le dediqué una sonrisa amable.
—Un café y... ¿Qué tienes aparte de pan de maíz? —cuestionó observando el pequeño menú que estaba pegado a la madera de la mesa.
—Pastel de chocolate —murmuré, él asintió.
—Muy bien, eso quiero.
—En seguida vuelvo.
Me di media vuelta y caminé rápidamente hacia la barra, busqué una taza y serví café, en el pequeño plato coloqué dos sobrecitos de azúcar, luego busqué una rebanada de pastel y lo serví en otro plato. Con todo listo, me dispuse a cambiar hacia la mesa que ocupaba el señor.
—Que lo disfrute —le dije luego de dejar todo sobre la mesa, este me agradeció con una sonrisa y yo me alejé nuevamente.
Mire el reloj en mi muñeca y dándome cuenta que, faltaban dos horas para que terminara mi turno. Suspiré, las horas aquí pasaban volando y más si la cafetería estaba tan vacía como el día de hoy.
[...]
Observé a Connor entrar prácticamente corriendo al local, sonreí cuando lo vi acercarse a mí y dar un respingo claro de un escalofrío.
—¡Que puto frío! —exclama, se acerca y besuquea mi mejilla.
—Tú siempre tienes frío —me rio, pero busco mis cosas.
—Menos mal llegué, eso allá afuera se pondrá peor —dice, deja su chaqueta en el pequeño locker que está en la pared—. Vete a casa antes de que se ponga más oscuro.
—Claro, ya estoy pensando en eso— señalo la puerta, me quito el delantal y me pongo mi abrigo, luego tomo mi chaqueta impermeable— Nos vemos mañana.
—Hasta mañana, Bailee.
Agité mi mano a modo de despedida e hice mi camino hacia la puerta, empujé el cristal hacia afuera y me abracé a mí misma cuando una fuerte corriente de aire azotó mi cuerpo. Las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre mí a medida que avanzaba, pensé en tomar el autobús hacia mi departamento, pero luego recordé que a estas horas y con este clima estaría a reventar.
Me puse mis audífonos para olvidarme del ruido de los autos y de todo el ajetreo del día de hoy. Aligeré el paso, un fuerte trueno resonó sobre mi cabeza, haciéndome saltar. Debía admitir que les tengo pánico a los truenos ¿estúpido? Sí, algo. He vivido toda la vida aquí, con este clima y hasta puedo asegurar que he presenciado más tormentas que los años que tengo de vida.
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Una bestia bajo la tormenta
RomantikCada uno de mis muros se vinieron abajo cuando te vi, no pude aplacar mis sentimientos y todo mi mundo se puso de cabeza. Amarte fue como volar y salir de órbita. Pertenecerte fue como arrodillarse sobre lava caliente. Formar parte de tu vida fue co...