Tres meses después.
El mes de noviembre estaba en pleno apogeo, pero lo más increíble era que, aunque estábamos casi a mitad de mes, la gente estaba loca. ¿Por qué? Sencillo. Las tiendas estaban en descuento con respecto a los artículos de navidad y las personas no querían perderse de aquello.
Y como todos los locales estaban llenos, la cafetería no era la excepción, el lugar estaba a reventar. El trabajo estaba en su punto máximo y el cansancio era el protagonista después de un día largo.
En cuanto al frío, la nieve comenzaba a caer en las calles de Londres y la lluvia era parte del proceso. Era extraño un día en el que no lloviera y hoy, efectivamente, no era uno de esos días. Las calles estaban blancas y mojadas, los vidrios de los ventanales estaban chorreando por la humedad y el calor que provenía del interior.
Paso un mechón suelto detrás de mí oreja y me acerco a una de las mesas.
—Buenas tardes, ¿qué puedo servirles hoy? —cuestiono con una sonrisa, observando a los dos pequeños pelirrojos junto a su madre.
—Hola, linda. Hoy queremos... dos trozos de pastel de zanahoria y... ¡Sin llorar! —les dice a sus hijos cuando estos hacen un puchero—. La zanahoria es nutritiva, si se lo comen todo les daré una galleta de chocolate —afirma, luego vuelve su vista a mí y me sonríe otra vez—. Tres galletas de chocolate, dos chocolates calientes y una taza de café.
—¿Eso sería todo? —apunto todo en la libreta.
—Sí, hasta el momento —asiento y me retiro hacia la cocina, en dónde Elton y Evelyn, batallan por sacar todos los pedidos.
Reprimo una carcajada viéndolos correr de un lado aparato el otro.
—Chicos, otro pedido —coloco la hija sobre la encimera—. Mesa 8.
—¿No podemos cerrar ya? —Connor hace un puchero extraño y yo solo niego—. De verdad, te odio.
—No es cierto, me amas —me inclino y beso su mejilla—. Yo también te amo... ¡Elton! ¿Ya sacaste el pedido de la mesa 5?
ESTÁS LEYENDO
Una bestia bajo la tormenta
RomanceCada uno de mis muros se vinieron abajo cuando te vi, no pude aplacar mis sentimientos y todo mi mundo se puso de cabeza. Amarte fue como volar y salir de órbita. Pertenecerte fue como arrodillarse sobre lava caliente. Formar parte de tu vida fue co...