53. Verdades evasivas.

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Bailee se había ido a la habitación sin decirme una palabra, lo sentí sollozar unos minutos más, luego no la seguí escuchando, por lo que supuse que estaba dormida

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Bailee se había ido a la habitación sin decirme una palabra, lo sentí sollozar unos minutos más, luego no la seguí escuchando, por lo que supuse que estaba dormida. Yo por mi parte, me había quedado en la sala, son saber que más hacer, porque me sentía extraño. Luego de unas horas, me di cuenta que era culpa, porque comprendí su punto de vista.

Me puse en su lugar unos segundos, me vi a mi quedándome aquí en el departamento, mientras ella era quien se iba. Me imaginé por un instante, siendo yo quien soportaba la angustia de no saber si la volvería a ver, si llegara a perderla algún día. El solo pensamiento me estremeció de pies a cabeza, se me erizó cada poro del cuerpo y entendí cada una de las lágrimas que soltó frente a mí, entendí su preocupación y ahora, yo me sentía como un idiota.

Tomé mi teléfono para escribirle a James, porque francamente, no me apetecía ir a ningún lugar, y sabía que Brox y él podían hacerse cargo del lote, así sea por una noche.

Estás a cargo. Dile a Brox que te eche una mano.

Entendido. ¿Está todo bien?

Realmente, no lo sé. Quise responderle, pero decidí no ahondar en el tema.

Perfecto, solo no estoy de humor para tratar con demasiada gente hoy.

¿Está todo bien con Bailee? Si es por lo del problema, te sugiero que le digas, no es bueno que ella ande por la calle solo con Owen. Sabes que debemos reforzar la seguridad.

Lo tendré en cuenta.

Fue todo lo que dije, no debía porque estresarme por eso ahora, necesitaba una manera de acercarme a mi ángel, sin que esta me mirara como si fuera a matarla. La puerta de la habitación se abrió y la luz deslumbró por toda la sala, giré mi cabeza para poder ver de qué se trataba, pero no logré divisar nada, seguido de eso, la puerta del baño se cerró con demasiada fuerza.

Me puse de pie de inmediato, subí las escaleras de dos en dos y al acercarme al baño pude escuchar como Bailee tocía. Empujé la puerta y la encontré de rodillas frente al inodoro, mientras expulsaba todo su estómago. Me acerqué y me agaché junto a ella, alejé el cabello de sus hombros y lo pasé detrás de su espalda.

—Suficiente —dije al ver que las arcadas no se detenían, pero de su garganta ya no salía nada más, sus ojos se cierran con fuerza al tiempo que su cuerpo se estremece. Se deja caer en el suelo y sin importarme nada, tiro de su cuerpo al mío, su rostro se presiona contra mi pecho y la escucho tomar lentas respiraciones—. ¿Te sientes mal?

—No, supongo que fue el almuerzo —dijo con voz ronca, inhaló profundamente y luego intentó alejarse, cosa que no logró, puesto que yo ya había rodeado sus muñecas con mis manos—. Jordan...

Una bestia bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora